El silencio helado

La Federación Aragonesa de Actividades Subacuáticas (Fadas) es pionera en la práctica de buceo bajo hielo, actividad que realiza en el ibón de Baños, en el balneario de Panticosa, un escenario único.

Buceadores en el interior del ibón de Baños en el balneario de Panticosa, el pasado fin de semana.
El silencio helado
Faras

Bajo el hielo, la sensación es "indescriptible". Un silencio que congela las palabras. El reflejo del sol que atraviesa la capa del hielo, las rítmicas burbujas que se dibujan en el agua... "Lo bonito es estar cerca del techo, donde más se filtra la luz solar, y observar los contrastes", describe Rafael González Churiaque. Es lo que siente el presidente de la Federación Aragonesa de Actividades Subacuáticas (Faras) cada vez que vive una experiencia con la que Aragón se ha convertido en pionera. Hace ya tres lustros que la Faras se fijó en los lagos de altura para practicar la disciplina de buceo bajo hielo, una modalidad que "va mucho más allá de lo que se experimenta en el mar o en una cueva". Y en el privilegiado Ibón de Baños en el balneario de Panticosa ha encontrado un escenario "perfecto" para impartir sabiduría a quienes desean conocer y perfeccionar esta variedad deportiva subacuática. "Y siempre con la seguridad como primera premisa", recalca.

El pasado fin de semana se citaron en este mítico lugar del Pirineo aragonés un total de 37 buceadores llegados de Asturias, Galicia, Murcia, Extremadura, Comunidad Valenciana, Castilla y León, Cataluña, Aragón y, además, de Colombia y Portugal. El encuentro organizado por Faras, junto con la Federación Española (Fedas), fue el primero programado este año, e incluyó cursos de iniciación y en las especialidades de buceo con traje seco y tecnificación bajo hielo, tanto teórico como práctico. Una actividad que en los últimos años la Faras acompaña con un trabajo de estudio medioambiental, que consiste en la toma de una muestra de agua que entregan al Laboratorio de Calidad de Aguas de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE). "Se ve cómo en los últimos años proliferan algas y no se sabe si es por motivo del calentamiento global o por los productos químicos", reconoce el federativo.

El Regimiento de Pontoneros del ejército de tierra fue el que inició en la Comunidad las inmersiones bajo hielo. "Y hace más de quince años, fruto del trabajo llevado por la Territorial, la Fedas decidió implantar aquí la Escuela de Buceo Bajo Hielo, que es un referente a nivel nacional. Es una actividad que se sale de lo normal debido a que es un buceo en altura –a 1.636 metros–, donde cambia la presión atmosférica, tema que afecta al buceador", explica González, guardia civil e instructor especializado en la disciplina.

Panticosa se vestía de blanco, con una capa en la superficie de 30 centímetros. "Este año ha habido unas condiciones muy exigentes. Con grosor de hielo en la zona más profunda del lago –15 metros– de unos 80 centímetros. Fue increíble", resalta el buceador. En seco, la sensación térmica era de ocho grados bajo cero. En el agua, casi uno. Los protagonistas van "bien protegidos". "Llevamos un traje especial trilaminado de cinco milímetros de grosor, y en el interior una segunda capa que es como un ‘plumas’ que proporciona el aislamiento. La capucha de neopreno va totalmente pegada. Y las manos también van muy bien protegidas. No hay sensación de frío", explica el federativo.

El protocolo de actuación para los buceadores Fedas-CMAS (Confederación Mundial de Actividades Subacuáticas) se fija bajo una premisa: seguridad. "Es una constante. El director del encuentro hace grupos y cada uno de ellos es dirigido por un instructor, que supervisa la instalación del cabo guía. Los buceadores, tanto en tierra como en inmersión van fijados a él", detalla González. Durante el fin de semana se contó con el apoyo de los GEAS de la Guardia Civil y de la UME con base en Sevilla, que se encontraba en el entorno y aportó su cámara hiperbárica. "Nos explicaron con todo lujo de detalles su funcionamiento. Muy enriquecedor", añade.

En el exterior se establecen zonas de estiba (carga) y seguridad (próxima al punto de inmersión), y se empieza a hacer el agujero. "No utilizamos motosierras con el objeto de no contaminar de forma acústica ni con una posible gota de aceite el escenario. Solo herramientas manuales", añade el presidente de Faras. Un triángulo se dibuja en el suelo. Ya se puede iniciar la inmersión. Visibilidad de ocho metros. Dentro, el silencio helador. "Vamos siempre en grupos, mínimo de dos personas, y fijados al cabo guía que porta el instructor y al que van unidos todos los buceadores. Se establece con el personal de superficie un sistema de comunicación mediante tirones", cuenta González. A disfrutar... "El buceo es un mundo de tranquilidad, de sensaciones de ingravidez. Pero ya bajo el hielo te emocionas con los contraluces que se producen, llegando a una sensación de paz maravillosa. En algunos casos llegamos a ‘andar’ literalmente sobre o bajo la capa", relata.

La Territorial, que cuenta con 700 federados – "no está nada mal para ser una comunidad de interior; el problema son los desplazamientos y el coste que supone"– seguirá haciendo durante el año tanto prácticas como cursos en el lago de Panticosa. No faltarán las jornadas de limpieza en ibones. "Hemos sacado de todo: botellas, hierros de obra, algas y hasta una silla", concluye Rafael González.

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