"Nunca pensé que llegaría a competir con 46 años"

El marchador Jesús Ángel García Bragado (1969) participó ayer en la conferencia ‘Lecciones de Motivación’ celebrada en la escuela de ESIC en Zaragoza.

García Bragado posa en la escuela de negocios de ESIC, ayer.
"Nunca pensé que llegaría a competir con 46 años"
A. Navarro

Ha participado en 7 Juegos Olímpicos, 12 Mundiales, 6 Europeos, siempre en la disciplina de marcha, ¿qué piensa al echar la vista atrás?

Me siento tremendamente satisfecho de haber estado tantos años dedicado al atletismo. Todo el esfuerzo ha merecido la pena, aunque haya supuesto también renunciar a muchas cosas. Estoy muy orgulloso, tanto de los éxitos como de los fracasos.


El pasado verano, a sus 46 años, se convirtió en Río de Janeiro en el atleta masculino con más Olimpiadas a sus espaldas.

Al principio no lo veía algo extraordinario. Cuando faltaban pocos meses aparecieron algunos problemas físicos que ponían en duda si podía llegar en condiciones a Río. En ese instante empecé a valorar lo que supone estar en siete ediciones de los Juegos.


Ante la ausencia de metales, ¿es esa su particular medalla?

Sí, más que por el número por el reconocimiento que he tenido. Me siento muy satisfecho de recibir la admiración de los demás, más allá de las medallas.


¿Cuál es el secreto para permanecer tantos años en la élite de la marcha?

Mantener la ilusión intacta desde el inicio. Mi principal motivación ha sido sentirme atleta cada día. Como buen aficionado al Atlético recurro mucho al partido a partido. Plantearme cada año nuevos retos. Cuando comencé en Barcelona (1992) era inimaginable que pudiera seguir compitiendo hasta hace poco.


¿En qué ha cambiado su persona desde entonces?

Lo que han cambiado son los conceptos. Cuando empecé era muy joven y no tenía experiencia en la competición. Ahora, en cambio, no tengo la juventud que me haría falta. En eso he ido cambiando, en ir aceptando que mi rol ha ido siendo diferente cada año.


¿Le queda esa espinita clavada de no haber conseguido un metal?

Sí, en dos ocasiones estuve muy cerca. Tanto en Pekín 2008, donde fui cuarto, como en Atenas 2004, que acabé quinto. A nivel personal tengo la conciencia tranquila por haber conseguido mis resultados de forma honrada y fruto del esfuerzo personal.


No todos pueden decir eso.

El haber conseguido medallas a través de prácticas que estaban prohibidas es una cosa de cada uno. El que juega con fuego se puede acabar quemando.


¿Qué momento recuerda con especial cariño?

El Mundial de marcha que gané en Stuttgart (1993) y mi última medalla en el de Berlín (2009). En ambos logros tuve a mi familia cerca. En la primera fueron mis padres y en la segunda, además de ellos, me vieron también mis hijas.


Atleta de élite y podólogo de profesión.

Tenía claro que quería seguir ligado al deporte. Cuando comencé a estudiar, hablar de podología era algo extrañísimo. No he podido desarrollar mi profesión, aunque espero poder dedicarme a ello en el futuro.


¡Incluso ha hecho sus pinitos en política!

Me considero más un deportista metido en política, que un político. Entré porque por mis ideas hubo gente que consideraba que yo encajaba en una formación.


¿Qué es más complicado ganar una prueba, tratar un pie o gobernar un Ayuntamiento?

Sin duda, donde más cómodo me encuentro es planteando una carrera.

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