Un despegue esperanzador

El Real Zaragoza protagoniza su mejor inicio en Segunda de los últimos 60 años. Con diez puntos en cinco jornadas, Milla ha instalado al equipo en la cabeza.

Luis Milla, en el entrenamiento del pasado viernes en La Romareda.
Luis Milla, en el entrenamiento del pasado viernes en La Romareda.
Guillermo Mestre

El viento le sopla de cola a un Zaragoza al que unos resultados solventes le han subido a las alturas de la clasificación. Sus primeras cinco jornadas admiten pocas objeciones desde la vertiente de las matemáticas: el equipo está pensado para ascender a Primera División y en esas posiciones de privilegio se mueve. Es colíder junto al Levante, aunque segundo por la falta -o sobra- de un gol en su diferencial general. Diez puntos que le permiten vivir instalado en una de las dos plazas de ascenso directo, una zona que solo ha abandonado tras el empate de la segunda jornada en Lugo. Estamos, pues, ante un Zaragoza en fase de aclimatación a las alturas, acostumbrando su ser a vivir donde casi todo el mundo le exige.


Aun con todo, se percibe todavía un trecho importante entre lo que constituye un aspirante a lo que debería ser un candidato a Primera. Esta distancia se reflejó de modos claros en Valencia, en el partido contra el Levante. Ese tramo entre una condición y otra debe rellenarse de fútbol. Al del Zaragoza, aún le faltan argumentos sólidos y varios puntos de mejora, especialmente en la fiabilidad de sus acciones defensivas, en la protección de los carriles laterales o en los usos bien digeridos de la pelota, pero, conforme se suceden los partidos, al equipo de Milla le van surgiendo brotes verdes de identidad. El Zaragoza comienza a hacerse reconocible como un equipo incómodo en campo rival, tejido con buenos hilos tácticos en esa fase defensiva en territorio del rival, con una presión bien ajustada y cocinada, y con cierto contenido futbolístico tras el robo. Son las primeras pinceladas de estilo de Luis Milla.


De momento, en plena fase de construcción, como gusta llamar al entrenador, el Zaragoza crece y se conoce apoyado en la mejor plataforma posible: las victorias, los buenos resultados y una clasificación destacada. Junto al Levante, es el único equipo capaz de ganar más de dos partidos de cinco. Dato que explica los rasgos de una categoría de tendencias irregulares, igualdad máxima y pocos puños de hierro. Casi nadie impone sus dominios en un escenario poco dado a las dinámicas cortas: en Segunda los análisis hay que cogerlos en el medio plazo.


Cinco jornadas aún es poca cosa, pero sí un indicio. El Zaragoza tiene motivos para esperanzarse. Por lo pronto, ya se ha librado de sus apariciones diferidas de las tres temporadas previas, las correspondientes a su actual ciclo de condena en Segunda. En dichas campañas, sus inicios de temporada fueron malos, rugosos y desorientados, lastre que le obligó a vivir sus temporadas a contracorriente. Ahora, en cambio, el Zaragoza, como el Levante, marca el paso a los demás.


El equipo aragonés presenta su mejor arrancada en Segunda de los últimos 60 años. En ninguna de las siete campañas posteriores a la 55-56 en la categorías de plata -y esto incluye las cuatro con ascenso a Primera a la primera (71-72, 77-78, 02-03 y 08-09)-, el Zaragoza había empezado con semejantes prestaciones, diez puntos de quince posibles, su asalto a la elite. En los tres cursos precedentes, el conjunto aragonés entró a las temporadas con muy distinto pie. Con Paco Herrera, en las cinco primeras jornadas, sumó cinco puntos y era 17º en la 13-14. Una año después, con Víctor Muñoz, estaba 13º, alimentado por seis puntos. Y el pasado curso, el Zaragoza de Popovic era 18º con cinco puntos.


El Zaragoza tampoco empezó mejor que el de Milla en sus últimas versiones ascensoras. Con Marcelino García Toral, en la 08-09, el equipo iba sexto clasificado, con ocho puntos (una victoria menos que ahora y un empate más). Con Paco Flores, en la 02-03, se alcanzaron los 5 puntos, en un irregular arranque con el Zaragoza 16º tras cinco jornadas. En la 77-78, el año de Arsenio Iglesias, el Zaragoza empezó con una victoria, tres empates y una derrota: 5 puntos de entonces que serían 6 hoy. En la 71-72, el Zaragoza firmó tres triunfos y dos derrotas: 6 puntos (9). Y en la 55-56, con ascenso al final, se sumaron 8 puntos (12): cuatro victorias y una derrota.

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