"El deporte nacional necesita de más Craviottos"

Hace 40 años, en Montreal, empezó a escribir una historia para el piragüismo español y aragonés, al lograr el K-4 1.000 la primera medalla olímpica, una plata. Palada a palada, se abrió el camino...

Debió de ser importante lo que hicimos aquel 2 de agosto (ríe). Hay que situarse en el escenario de esos años, que no había ningún sistema deportivo, el país estaba un tanto convulso con el inicio de la transición política, prácticamente no existían instalaciones y menos en un deporte minoritario como era el piragüismo, no había ningún sistema deportivo a nivel de becas...

¿Cómo lo vivieron?

Carolina Marín ha hecho una declaración con la que me identifico: es muy difícil describir qué sientes al ganar una medalla en unos Juegos Olímpicos. Es una sensación tan interna... Se te vienen a la mente todos los pensamientos: el esfuerzo, lo que te has dejado en el camino, los amigos, tu familia...

¿Qué es lo que más le emocionó?

Cuando recibí la medalla, de manos de Juan Antonio Samaranch. Fue el momento más emotivo.

¿Cuánto le duró la felicidad?

Poco, porque enseguida llegó la rutina. Sí que tuve reconocimientos: me dieron la medalla de plata de la ciudad, y me nombraron hijo predilecto de Zaragoza. Y mucho más tarde del Comité Olímpico Español, cuando se percataron de lo que habíamos hecho: una gesta viniendo de un deporte minoritario, que entonces era el gran desconocido porque nos confundían permanentemente con el remo.

¿Qué le regaló el piragüismo?

Infinidad de vivencias y me ha reportado unas cualidades que han sido muy válidas para el día a día: la lucha, el tesón, la superación, la constancia, el saber ganar y perder... Valores que son muy importantes para la vida.

¿Dónde guarda la medalla y el dorsal 359 de Montreal?

Guardo todo en unas maletas. Los trajes y la ropa deportiva de los dos Juegos Olímpicos (Múnich y Montreal), el chándal de otras selecciones, los dorsales de los Mundiales y la medalla sí que la tengo en un sitio visible en mi casa. No hay tantas en España. Me siento muy orgulloso de la plata y supercontento de haberla conseguido.

El piragüismo es el deporte que más medallas ha proporcionado a España en la historia de lo Juegos y tras Río ha convertido al país en la tercera potencia mundial. ¿Cuál es el secreto?

El éxito es de los técnicos, que están muy poco reconocidos, y de los grandes deportistas que tenemos. Me gustaría romper una lanza por Miguel García, es el gran entrenador. Ir a tres Juegos y que tus deportistas consigan medalla es espectacular. Y luego es una persona muy humilde, que a lo mejor es el problema que tenemos en este deporte. Que hacemos un trabajo callado.

¿Qué tiene de especial Saúl Craviotto?

Admiro a Saúl porque atesora una técnica espectacular; no solo es magnífico en lo que hace sino que es una gran persona. Sigue siendo humilde. «A veces me paso de bueno», me suele comentar.

¿Cree que el deporte nacional necesita de más Craviottos?

Sí, sin duda. Lo que tiene de bueno Saúl es que es un deportista excepcional. La imagen que se proyecta de este hombre es fantástica. El fenómeno Saúl Craviotto nos ha echado una mano a la promoción de nuestro deporte y es el momento de aprovecharlo. Todos tenemos que apoyarnos en él para popularizar el piragüismo.

Usted se dejó atrapar por el río Ebro hace más de medio siglo. ¿Cómo contagia su pasión desde la Federación?

Lo que intento es dar a conocer y vender, desde la base, cómo se puede disfrutar del piragüismo. Y que tenemos un río Ebro maravilloso, que debemos cuidar y que la gente lo sienta desde dentro. La realidad es que nosotros, como federación, estamos haciendo campañas con los escolares y hay unos 500 niños que pasan por nuestro programa de promoción. Quien lo prueba, le encanta.