"Ganar una medalla es lo máximo que le puede pasar a un deportista"

El aragonés Víctor Lapeña, ganador de la plata con la selección femenina de baloncesto, proclama su emoción por haber contribuido a una "hazaña histórica".

Víctor Lapeña posa con la medalla de plata ganada por España en el pabellón Carioca 1.
Víctor Lapeña posa con la medalla de plata ganada por España en el pabellón Carioca 1.
Heraldo.es

Víctor Lapeña rezuma felicidad. Ha completado un verano de ensueño, coronado por la histórica plata en los Juegos de Río de la selección femenina de baloncesto. Una medalla que se suma al cada vez más imponente palmarés del preparador zaragozano, en el que figuran doce metales en competiciones internacionales.


"Todavía estoy asimilando todo lo que hemos vivido en estos Juegos. Ha sido algo alucinante que me va a acompañar para siempre. Me resulta muy complicado explicarlo con palabras. Las emociones han sido muy fuertes y aún están a flor de piel", explicó ayer desde tierras brasileñas, poco antes de embarcar rumbo a España.


El aterrizaje de la expedición nacional en Madrid está previsto al mediodía de hoy. Acto seguido, Lapeña tomará un tren en dirección a Tarragona, donde le aguardarán su esposa, la exbaloncestista Esther Farré, y sus tres hijos.


En las maletas llevará la alegría acumulada durante este agosto mágico, pero, curiosamente, le faltará la medalla. Tendrá que esperar un tiempo para colgársela. "Sólo se las entregaron a las jugadoras. Nos las dejaron para hacernos fotografías en el pabellón, pero estamos a la espera de que nos hagan llegar una reproducción para guardarla", reveló.


Por encima de la propia presea descolla la experiencia compartida junto al seleccionador Lucas Mondelo –del que es fiel asistente– y con el plantel de campeonas. "Somos un grupo de personas normales que juntas hacemos cosas extraordinarias, que parecen casi imposibles. Cada uno de los integrantes de este equipo sabemos cuál es nuestro papel y nuestras limitaciones, tanto los técnicos como las jugadoras", aseveró.


A sus 41 años, el entrenador del Mann Filter no se cansa de ensalzar el espíritu colectivo que gobierna la edad de oro del deporte de la canasta femenino en nuestro país. "El esfuerzo y el compañerismo son los motores que mueven a esta selección y que propician hazañas como la plata olímpica. Hay que creer siempre en las posibilidades de uno. Nada es imposible. Lo demostramos contra Turquía, cuando perdíamos de ocho puntos a falta de menos de tres minutos. Es un camino que esperamos que sigan las siguientes generaciones", explicó.


Abrumado por este baile de sentimientos y sensaciones, Lapeña celebra haber contribuido a conducir a Aragón hasta el podio olímpico. "Representar a mi Comunidad en acontecimientos como este es lo que más ilusión me hace. Espero seguir así muchos años más, llevando a nuestra tierra hasta lo más alto posible", proclamó con fervor. La suma de estos factores conduce a un estado de gracia muy especial. "Me siento un privilegiado. Ha sido una experiencia única, como ya fueron los Juegos de Pekín. Pero los he disfrutado con más madurez. Soy muy feliz", concluyó.

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