El probador de perfumes y otros instantes decisivos

Una pequeña antología de himnos, curiosidades, futbolistas, goles y llantos que dan color y temblor a la Eurocopa.

Aficionados italianos antes de comenzar el partido Italia-España
Aficionados italianos antes de comenzar el partido Italia-España
Juanjo Martín

La Eurocopa más emocionante se está jugando en las gradas. Los aficionados organizan una fiesta permanente. Los irlandeses han puesto mucho color e hicieron un uso muy divertido de los cánticos, de las cervezas y de algunos aforismos, como aquello de «volved a casa con vuestras mujeres sexis», que les dijeron a los suecos. Y los que se han llevado la palma son los islandeses, barbudos y entusiastas, que parecen asomarse en cada partido al Apocalipsis o a una gran expedición de pesca del bacalao. Ganan y sobreviven. Tumbaron a Inglaterra y desafían a Francia: la felicidad absoluta, y quizá la identidad, por la pelota. Hacemos aquí un inventario de instantes, gestos y nombres.1 Himnos.

Los italianos son como una columna de legionarios romanos, soldados de azul organizados para una guerra de guerrilla. Ante España cantaron el himno con una furia ancestral. Si alguien los hubiera contemplado con atención se habría dado cuenta de sus intenciones. Las italianas aprovechan para ser más infieles que nunca. También resultó emocionante el ‘God Save the Queen’ de Inglaterra, pero no ha surtido ningún efecto. Existe la justicia poética: era lógico que el ‘brexit’ se diese también en Francia. «A casa por esquiroles», les han dicho los dioses.2 Buffon y Casillas.

Durante algunos años fueron los mejores del mundo. Buffon siempre tuvo palabras elogiosas para el español. Su abrazo del otro día fue una epifanía: un gesto de camaradería del colega que ha sabido envejecer mejor y que asiste, un tanto estupefacto, al drama íntimo de Casillas.3 Griezmann.

En este juego las opiniones cambian como los vientos. El pequeño duende Antoine pasó de ser la esperanza al apestado y se sentó en el banquillo. Sin embargo, volvió y goleó; ante Irlanda marcó dos golazos y los celebró por todo lo alto: Payet le besó la bota y luego él, al sentenciar, bailoteó y recordó el juego de manos y de dedos de Ronaldinho. Este chico picassiano y circense podría ser uno de los futbolistas de la Eurocopa.4 Will Grigg.

Es el hit: los forofos de Irlanda del Norte cantaron su himno –‘Will Grigg on fire’– como si fuera un cántico milenario y enérgico. El planeta se estremeció con esa plegaria coral. Ni ha sido necesaria su presencia en el campo: es un talismán sin balón y sin sudor.5 El micrófono.

La Eurocopa es el escenario de los objetos y las nuevas tecnologías. Y de instrumentos antiguos y esenciales como el micrófono. Portugal ha sufrido todo el torneo y ese agobio lo ha encarnado mejor que nadie Cristiano Ronaldo, que fue desdeñoso con los rivales y con un periodista. En vísperas del partido contra Hungría tuvo el levantisco gesto de arrojar el micrófono de un reportero al lago. No le gustaron sus preguntas ni sus segundas intenciones. El maleducado de Madeira, ejemplo de atleta consentido y un tanto egocéntrico, alivió el disgusto general a su modo: con un taconazo imperial…6 Shaqiri.

Algunos dicen que Suiza ha jugado primorosamente en el torneo, aunque cayó derrotada en los penaltis ante Polonia. Erró Xhaka, su estrella que se va al Arsenal; los grandes también fallan en los momentos importantes. Sin embargo, Shaqiri, nacido en Kosovo y cuestionado hasta entonces, marcó uno de los goles de la Eurocopa: una chilena asombrosa que le da la razón a Jorge Valdano: «El fútbol adquiere a veces la condición de obra de arte».7 Löw.

El entrenador alemán hace muy bien su trabajo, ha sido subcampeón de Europa y campeón del mundo, y destaca por sus gestos. Podríamos decir que es un perfecto probador de perfumes. Le gusta acariciarse donde puede: en la entrepierna, en el culo, en la axila y aspirar esos olores. Los cata, los goza, los evalúa. Es un tic, claro, casi tanto como tocarse la nariz de diversas formas. Ha prometido controlarse. Quizá lo llamen para hacer una nueva versión de ‘El perfume’ de Patrick Süskind.8 Cara de acelga.

Es el título de una película de José Sacristán. Pero Vicente del Bosque, desconocido en sus gestos y en su cólera, un extraño para sí mismo y para los suyos, también ha adoptado varias veces un rostro de enojo, de estupor, de incredulidad. Una auténtica cara de acelga. Los buenos también se encolerizan y él, antes que un ángel con mano izquierda para controlar a las estrellas, es un indiscutible entrenador de fútbol.9 Lágrimas.

Han sido muchos los que han llorado por diversos motivos: en recuerdo del padre muerto como Snra, que se despide de Croacia; tras la derrota o sencillamente de dicha. También le ocurrió a una de las estrellas de la Eurocopa: Dimitri Payet. El centrocampista francés marcó de un zurdazo impresionante y cuando lo relevaron experimentó la emoción esencial del futbolista: la complicidad con el público. El gol es el pan y la sal de los aficionados.

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