Un derbi cargado de exigencias

?Para Huesca y Real Zaragoza resulta imposible disputar este jueves un partido de viejos caballeros.

Los jugadores del Real Zaragoza entrenándose ayer en la Ciudad Deportiva.
Los jugadores del Real Zaragoza entrenándose ayer en la Ciudad Deportiva.
Raquel Labodía

Desde que se efectuó el sorteo del calendario de Segunda, el pasado mes de julio de 2015, era sabido que este encuentro entre Real Zaragoza y Huesca, ubicado a final de campaña en el estadio de El Alcoraz, iba a estar cargado de contenidos, por unas razones u otras. Nueve meses después, se sabe de qué materia difusa se hablaba entonces. No hay posibilidad de una ‘entente cordiale’ en su versión deportiva; es decir, de un choque sin perjuicio de intereses. Es imposible, asimismo, un encuentro librado simplemente por honras, profesionalidad o sentido del decoro. Estamos ante un derbi cargado de exigencias para ambas escuadras y privado, en consecuencia, de concesiones.


Castigado sobremanera por unos arbitrajes lacerantes, el Real Zaragoza aún debe atar la posibilidad de disputar la promoción de ascenso a Primera. Necesita el triunfo. Los rivales en esta batalla le pisan los talones. Otros, incluso le han superado. En esta pugna cerrada no están permitidas las relajaciones de última hora. El riesgo de un resbalón es el siguiente: quedarse fuera del ‘play off’, un precio demasiado caro para el club del escudo del león.


La perspectiva del Huesca, mientras tanto, pasa por el modo en que mira la permanencia en la categoría. Aunque esta meta queda muy próxima para la Sociedad Deportiva Huesca, nada puede darse por hecho en el mundo del fútbol si no están pasados siete cerrojos. Juan Antonio Anquela, entrenador del conjunto altoaragonés, mandó un aviso en este sentido nada más producirse la fenomenal victoria del Huesca en el estadio de Butarque, frente al Leganés. Aseguró que a su equipo todavía le falta un triunfo.


Bajo estas dos variables (la necesidad del Real Zaragoza de ascender y la voluntad del Huesca de permanecer) queda definido el marco general de este derbi aragonés. A partir de aquí, entran en juego otras palabras: necesidad, tensión, voluntad, presión, ansiedad... El Alcoraz estará lleno. Hasta arriba. La atracción que suscita el partido ha movido a la afición oscense a comprar cuanto papel ha salido a la venta. Las entradas remitidas al Real Zaragoza también se han agotado. El ambiente que se respira en torno al choque es fantástico, propio de las ocasiones singulares. Sin que sirva de exacta referencia, pero sí de cierta orientación, en ninguna de las partes se olvida que el derbi aragonés de la primera vuelta, disputado en La Romareda, concluyó en tablas, después de vivir un partido apasionante, intenso, de trama viva y goles abundantes.


En el vestuario del Real Zaragoza aún duelen los arbitrajes de López Amaya y De la Fuente Ramos, injusticias manifiestas. El club de la capital aragonesa decidió ayer presentar alegaciones a la tarjeta amarilla vista por Guitián en la matinal del domingo, no tanto por librar al central del peso de esta cartulina como por defender una vez más el buen fuero. Mientras tanto, en el Huesca se respira cierto aire de confianza. Se trata de la seguridad que otorgan los buenos resultados y, sobre todo, el hecho de saberse capaz de ganar a cualquiera, incluso al mismo líder en su propio feudo.


Real Zaragoza y Huesca comenzaron a preparar en la mañana de ayer el derbi. El equipo de Lluís Carreras lo hizo en los terrenos de la Ciudad Deportiva. El Huesca, por su parte, en el campo del IFPE Montearagón.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión