Pilar Lucrecia Cordón: "Ir a los Juegos de Río supone un enorme regalo a treinta años de trabajo"

La zaragozana va a ser la primera amazona española en participar en una cita olímpica en la especialidad de salto. Este fin de semana compite en Madrid en el Longines Global Champions Tour.

Pilar Cordón con Gribouille du Lys, el viernes en el Club de Campo de Madrid.
Pilar Cordón con Gribouille du Lys, el viernes en el Club de Campo de Madrid.
E. Cidoncha

Pilar Lucrecia Cordón vive por y para los caballos. Su empeño, trabajo y perfeccionismo le han llevado a lograr el reto de todo deportista: disputar unos Juegos Olímpicos. Esta semana disfruta, rodeada de su familia, de su pasión. Es una de las amazonas protagonista del CSI 5*–Longines Global Champions Tour, que se celebra en el Club de Campo Villa de Madrid.


Hace más de tres décadas que inició su sueño deportivo en la hípica, deporte en el que ha dado el mejor salto: los Juegos de Río de Janeiro.

Para un deportista, los Juegos son un acontecimiento único. Desde que elegí esta profesión, todos los días he trabajado para mejorar los resultados, progresar y crecer. Y, al final, todo el esfuerzo, que no es solo mío si no de un equipo enorme, se ha plasmado en una plaza para la selección española, que se consiguió en los Europeos de Aquisgrán (Alemania). Ir a Río es un enorme regalo.


A su clasificación se añade otro dato para la historia de la hípica: será la primera amazona española que compita en la modalidad de salto.

Sí, es un valor añadido reivindicar tu especialidad. A ver si sirve de ejemplo y en España se abren más las puertas a las mujeres en este mundo. En otros países, el salto está bastante más igualado para hombres y mujeres. En España, digamos que es un mundo más masculino. Pero poco a poco va evolucionando y las amazonas van cogiendo más seguridad y su sitio.


Su contacto con los caballos empezó siendo una niña.

Mi madre (Pilar Muro) nos inculcó la afición a mis hermanos, pero yo fui la única que seguí. Me fui metiendo poco a poco en este mundo. El contacto supone el conocimiento del animal, aprender a trotar y a galopar...


¿Y tuvo claro que quería formarse en el mundo de los saltos de obstáculos?

Sí, el salto me llena, nunca me ha tentado otra cosa y se ha convertido en mi forma de vida. Ha sido algo natural y progresivo. Los caballos son mi vida, todo.


¿Su profesión le obligó a salir de España para progresar?

Nadie te obliga a marcharte de casa. Yo soy una mujer curiosa; me gusta conocer, descubrir, aprender... Puedes y lo haces. En España también hay escuelas buenas. Pero yo opté por formarme en otros países.


Vive en Bélgica.

Bueno, me instalé en Bélgica (Ligny) donde tenemos una cuadra con unos caballos –ocho bajo mi responsabilidad–, pero no puedo decir que vivo aquí, ya que cada semana estamos en una competición. Hace dos semanas estuve en Austria; después, Eslovenia; ahora, Madrid, Lisboa…


¿Y no se pide un momento de relax?

(Risas) Mi vida es como una feria, no paro. No es estresante, es lo que te gusta. Amazona y caballo vivimos al máximo. Todo lo hago con mucha ilusión y ganas. Así empecé y, después de 30 años, sigo igual. Con muchos sueños que quedan por cumplir, como los Juegos de Río?. Trabajando todos los días con la misma pasión y disfrutando, desde el primer salto que di hasta ahora. Es muy importante no perder la ilusión y el amor por el trabajo que hago y los caballos.


En 1989 dio el salto al circuito internacional y se elevó el listón de la exigencia. ¿Fue duro?

Si quieres estar en el máximo nivel, la exigencia es real. Pero no solo para la amazona, sino también para el caballo. Es mucho trabajo, disciplina y concentración. Porque lo que intentamos es ser los mejores.


En 2000 estuvo preseleccionada para los Juegos de Sidney, pero al final se quedó a las puertas. ¿Qué supuso este revés?

Me dio mas fuerzas para seguir luchando. Aprendí de la experiencia para seguir creciendo para progresar y mejorar. Y ser más positiva.


¿Cómo es la relación con los caballos?

Es como con las personas, se va forjando día a día y creando una relación de amistad más profunda. El caballo y la yegua son muy sensibles. Muchas veces tú no percibes sensaciones y ellos sí. En un binomio, el animal es un 70% del equipo. Él es el auténtico deportista, el que hace el esfuerzo. Si el caballo no está bien, no hay competición. Este mundo es muy complejo. Convivimos los dos, así que ambos tenemos que coincidir en plena forma física.


¿Cuánto tiempo dedica al cuidado de sus ejemplares?

No es un trabajo solo de mí, sino que alrededor del animal hay un equipo de trabajo muy grande: entrenador, veterinario, cuidadores, dentistas, osteópatas... En la pista de la competición se nos ve al caballo y a mí, pero no estamos solos.


Gribouille du Lys es la yegua con la que compite en los últimos torneos y con la que logró el pasaporte a Río. ¿Qué tiene de especial?

Es belga, sus padres son franceses, pero nacida en Bélgica. Es increíble. Tiene mucha calidad.


¿Cómo definiría el momento de abordar un obstáculo?

Es mágico. La culminación de todo por lo que trabajas día a día, un gran momento de satisfacción. Es, sobre todo, un instante para disfrutar. Todo se hace con el corazón y cuando estás ahí, con el obstáculo enfrente, intentas darlo todo. Amazona y caballo. Ambos lo vivimos al máximo.

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