El fin de una era

La emotiva despedida de Kobe Bryant en el All Star, en la que Gasol fue protagonista, simboliza un cambio de guardia.

Pau Gasol abraza cariñosamente a Kobe Bryant en el homenaje que se le rindió al segundo en los preámbulos del All Star.
Pau Gasol abraza cariñosamente a Kobe Bryant en el homenaje que se le rindió al segundo en los preámbulos del All Star.
ELSA/afp

El Partido de las Estrellas, disputado ayer en el Air Canada Centre de Toronto, pudo pasar a la historia por haber registrado la mayor anotación conjunta (196-173 para el Oeste) de todos los tiempos. O por los 41 puntos firmados por Paul George, que se quedó a un solo punto de igualar al mito Wilt Chamberlain en este capítulo. O por el segundo MVP consecutivo levantado por esa metralleta egoísta llamada Russell Westbrook. O incluso por la lluvia de mates estratosféricos y de otras acciones espectaculares a cargo de unos atletas superdotados.


Pero no. La línea argumental más interesante del primer All Star celebrado fuera del territorio estadounidense, transcurrió por unos vericuetos más sentimentales y emocionantes. La despedida que el universo de la NBA dedicó a Kobe Bryant, que ya ha anunciado su retirada de las canchas al final de la presente campaña, estuvo cargada de simbolismo y de cariño. Un tributo en el que el español Pau Gasol ejerció un papel preponderante. La amistad que une a ambos desde sus siete años de vino, rosas y dos anillos en Los Angeles Lakers resulta ya indestructible y admirable. Una relación nada habitual en un deporte tan ultraprofesionalizado y con tantos intereses en juego. No es de extrañar que Kobe se dirija a Pau como "hermano" y que recientemente lo hubiera elegido como el mejor compañero que ha tenido en su dilatadísima carrera en la liga más exigente del planeta.


Conmovió la imagen de ambos abrazándose en los preámbulos del partido, cuando en las pantallas de los marcadores se proyectaban vídeos que glosaban las hazañas del astro de los Lakers. O cuando abandonaron el parqué con la mano posada en el hombro del otro. Uno con 37 años y el otro camino de los 36, aparcaron vergüenzas y convenciones para proclamar al mundo su pasión incondicional por el baloncesto y su ‘fair play’.


Durante el encuentro continuó su interacción. En algunos momentos, entre risas, Kobe azuzaba a Gasol diciéndole "vamos Pau" en español para que el jugador de los Chicago Bulls le intentase arrebatar la pelota.

El de Sant Boi reconoció que antes del choque habían acordado que se marcarían si coincidían en la pista "para ver quién hacía una canasta al otro".


"Fue muy bonito compartir e intercambiar unos minutos juntos. Éramos dos amigos jugando juntos, riéndonos y pasándolo bien", aseguró el catalán, que se mantuvo en pista 14 minutos en los que anotó 9 puntos y atrapó seis rebotes.


Los elogios circulan en doble dirección. "Pau significa todo. Sin él hubiera sido imposible para mí haber ganado otros dos campeonatos. Imposible. Es un gran jugador. Fue mi hermano y siempre será mi hermano. Recuerdo cuando venía a mi casa a pasar horas con mi familia. Hasta teníamos hielo para sus castigadas rodillas", rememoró el de Philadelphia.


El adiós de Kobe Bryant trasciende al caso particular. Con su marcha se cierra la puerta de una era en la NBA. Es el último eslabón de una estirpe nacida en los 80, de la mano de Larry Bird, Michael Jordan y Magic Johnson, cuya antorcha portará hasta mayo. Las nuevas generaciones y la liga transitan ahora por otros caminos, el juego ha cambiado, los pívots son dinosaurios en extinción y se lucha por el ‘trending topic’.

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