Los nuevos fichajes suben el nivel

La primera aportación de los debutantes Culio, Lanzarote, Ros y Guitián invita al optimismo. Cada uno en su labor, mostraron valores técnicos y tácticos diferentes a lo visto hasta hoy.

Una imagen del partidodel Leganés contra el Real Zaragoza
Manu Lanzarote toma el balón, con Javi Ros secundándole de cerca, durante el partido disputado contra el Leganés.
Guillermo Mestre

Tras lo ocurrido en los 94 minutos jugados el sábado ante el Leganés existe, dentro y fuera de las paredes del club, la sensación generalizada de que los nuevos fichajes han añadido al equipo valores distintos a los que poseía la plantilla inicial de esta temporada. La actuación de Juan Culio, Manu Lanzarote, Javi Ros y Alberto Guitián, los cuatro debutantes en este duelo de la 24ª jornada jugado en La Romareda, emite señales de alivio para las necesidades técnicas y tácticas del equipo. Sin dejar de lado en la evaluación al joven lateral Campins que, aunque también tuvo su puesta de largo en casa, ya había disputado su primer partido como blanquillo la semana pasada en Almería.


Culio dotó al equipo de personalidad en la zona ancha del campo. Es un jugador que siempre pide el balón, que controla la pelota con precisión aun en situaciones de máxima presión de los rivales. El argentino manifestó ser un experto en el ‘cuerpeo’ con los adversarios, en sacar petróleo a base de picardías en la anticipación posicional, como fue el caso de la acción del penalti a favor del Zaragoza que luego fallaría Ángel. Su nivel de intensidad mantuvo una regularidad, de principio a fin se le vio con las mismas prestaciones físicas, con fuelle de sobras para sostener su parcela, que es muy amplia de cobertura, de área a área.


Lanzarote, sobre todo en los primeros 45 minutos, dejó patente su oficio y su calidad como extremo por la derecha, a pie cambiado. De hecho, una de sus más sobresalientes manifestaciones en las penetraciones hasta la línea de fondo fue la destreza con ambas piernas, sin tener que perfilarse ex profeso para golpear con un pie concreto. Al catalán le da igual. Lo hace bien con las dos. Lanzarote no dejó pasar una sola jugada sin sugerir el veneno ofensivo que lleva en su idea de fútbol. Encaró, quebró al lateral de turno, provocó saques de esquina donde ya no quedaba otra opción positiva, dio buenos centros en jugada corrida, sacó unos córner cerrados con efecto que anuncian goles cuando los rematadores lo interpreten como se debe... Un buen repertorio al que añadir su constante muestra a quien lleva la pelota por la medular. Se ofrece permanentemente. Abre líneas de desahogo hacia el ataque. Nunca hace nada al tuntún, todo tiene un sentido, un destino. Solo le falta un mejor grado de engranaje con el resto.


Javi Ros, por su parte, tal vez fue el que menos brillos emitió en su primer día. Su labor fue más mate, más oscura entre la maraña del juego del centro del campo. Aun así, el navarro se mostró dinámico, muy ágil en la apertura de desmarques para facilitar la fluidez de las combinaciones, de fácil y preciso golpeo del balón a la primera. Levantó las manos varias veces para pedir la pelota. Enorme detalle en los tiempos que corren en La Romareda. Cierto es que le faltó continuidad, mayor presencia en las zonas de más decisión en los últimos pases. Quizá, también fondo físico. Por eso fue sustituido por Gil en el minuto 66. Pero, con su morfología de futbolista ágil y técnico, con buen desplazamiento sobre el campo, tanto suyo como del balón en la dirección correcta, apuntó a ser una pieza crucial en el mecanismo de balance que lleva in mente Carreras.


Y por último, la más grata sorpresa de este estreno masivo de jugadores: Alberto Guitián. Por ser un futbolista desconocido para el gran público, su presencia en el eje de la defensa suponía una incógnita de grandes dimensiones. Y el cántabro asomó como un central solvente, lleno de personalidad en todas las facetas de su posición. Listo al corte y la anticipación, nunca llegó tarde ni se comió ningún balón nocivo para la portería blanquilla. Al contrario, fue el más rápido de reflejos en las acciones de peligro del Leganés. No le quema la pelota en los pies. La juega con criterio. Manda y ordena a los compañeros mientras recibe (lo hizo con el portero Manu Herrera en un par de jugadas donde acabó combinando con él). En ningún instante dio muestras de agobio por el debut, de nerviosismo por acometer su gran oportunidad en el ámbito profesional. Promete.


Cuatro nuevas piezas, junto a Campins y Dongou, que van a cambiarle la cara al equipo del primer tramo del curso.

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