El CAI sigue sin reaccionar

El nuevo técnico, Andreu Casadevall, debuta con una contundente derrota frente al poderoso Laboral Kutxa. Los zaragozanos resistieron durante el primer cuarto de hora del choque, pero se desplomaron después.

Robin Benzing, alero del CAIZaragoza, ataca el aro del Laboral Kutxa.
Robin Benzing, alero del CAIZaragoza, ataca el aro del Laboral Kutxa.
Aránzazu Navarro

El CAI sigue sin reaccionar. Y todo responde a una cuestión emocional, a un desplome anímico sorprendente. La plantilla tiene carácter, compromiso, orgullo y personalidad, y una voluntad firme para combatir las adversidades y para voltear su actual situación. Sin embargo, continúa exhibiendo unos desequilibrios gigantescos en defensa, y un desacierto inusual en el tiro, que elevan la inquietud y la amargura de los jugadores conforme avanzan los minutos de juego. De hecho, los zaragozanos apenas convirtieron 2 de sus 22 lanzamientos triples (9% de efectividad), además de acumular hasta 20 pérdidas de balón. Toda una paradoja en una plantilla distinguida, precisamente, por su amplitud de recursos ofensivos. Yuna lastre que le condena irremediablemente a la derrota, más aún ante equipos de la talla del Laboral Kutxa, adversarios que no admiten ni una sola concesión.


Ayer, en el estreno en el banquillo de Andreu Casadevall, el cuadro aragonés resistió durante el primer cuarto de hora (27-27), y lo hizo con arrojo, determinación y una convicción admirable en sus opciones de triunfo; pero se descompuso después, víctima de su propia ansiedad, y finalizó el choque abatido y desencantado, permanentemente superado, sometido a un castigo contundente por un rival que penaliza con saña cualquier mínima desatención. La derrota, que resultó irrebatible (66-90), deja a los zaragozanos en una situación inquietante, de máximo riesgo, en la competición nacional: una sola victoria tras la celebración de ocho jornadas.


De inicio, el partido se desarrolló entre incertidumbres. El CAI fue un bloque sólido y aguerrido, incómodo, combativo hasta la extenuación. Atrás mejoró actuaciones pasadas, con un sistema de contención enérgico y contundente, de permanentes ayudas, que dejaron sin argumentos ofensivos a su rival. Yen ataque, el cuadro aragonés atacó con criterio, persiguió las mejores opciones para anotar y encontró numerosos lanzamientos liberados. Benzing y Norel, ambos desde posiciones interiores, fueron los jugadores más productivos en la faceta ofensiva. El CAI gobernó el duelo durante los primeros compases, aunque siempre con rentas inferiores a los cinco puntos. El Laboral Kutxa reaccionó de la mano de Causeur (11 tantos en los 10 primeros minutos); pero el CAI enseguida recuperó el pulso, con un parcial de 7-0, y cerró el primer acto con ventaja en el marcador (25-22) y sensaciones muy positivas.Sin Drake Diener

Fue un primer acto trepidante, sin apenas tregua, que obligó al CAI Zaragoza a un desgaste formidable. Sin Drake Diener, quien se perdió el choque por una gastroenteritis, los zaragozanos tenían debilitada su rotación exterior. Además, Sastre cometió muy pronto su segunda falta personal, lo que restó su presencia en la pista; mientras que los dos bases, Tomás Bellas (-9 de valoración) y Sek Henry (-3), completaron su peor actuación de la temporada. Y en la pintura, Norel y Kanacevic también se cargaron de faltas con rapidez. Un importante hándicap para cuestionarle el triunfo al Laboral Kutxa, muy superior en las rotaciones y con recursos mucho más amplios en su plantilla. En este sentido, la batalla resultó desigual.


Al cuarto de hora, con el duelo todavía equilibrado (27-27), los zaragozanos comenzaron a ofrecer sus primeras debilidades. El técnico visitante, Vladimir Perasovic, propuso una zona 3-2 y el CAI se quedó sin respuestas ofensivas. Llegaron entonces las dudas, las precipitaciones, el desconcierto. El desplome resultó sorprendente. Además de prodigarse en las pérdidas de balón, el equipo aragonés presentó un desatino inusual en sus lanzamientos, sobre todo desde el perímetro, pese a disponer de situaciones muy ventajosas para anotar. Los locales apenas sumaron 9 puntos en el tercer acto. Su debilidad en ataque también mermó sus facultades en defensa. La desesperación y la impaciencia hicieron acto de presencia, y los jugadores rebajaron drásticamente sus prestaciones. Se abandonaron rutinas y automatismos. Ya no hubo concentración ni intensidad. En el intermedio, los vitorianos ya habían edificado una sólida renta (34-44) y caminaban con paso firme hacia la victoria. El CAI ya no tuvo opción.

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