Una pérdida irreparable

El declive de la selección está muy relacionado con el de Xavi, un futbolista único, esencial en los éxitos de España

Xavi durante un entrenamiento con la Selección el pasado Mundial
Xavi Hernández, en un entrenamiento de la selección en Curitiba
lluís Gené/reuters

El viernes por la mañana, Xavi Hernández mandó un ‘whatsapp’ a sus amigos en el que les informaba de que dejaba el Barcelona y les daba las gracias por su ayuda a lo largo de todos estos años. Vive días de despedidas el centrocampista de Tarrasa, que en unas pocas semanas ha visto cómo se precipitaba el final de su carrera como futbolista de élite tanto en su club de toda la vida como en la selección. Ahora le espera Qatar, donde vivirá un retiro de lujo pero no podrá disfrutar de lo que más le ha apasionado siempre: el estímulo único de la alta competición. Consciente de ello y todavía afectado por el fracaso de España en este Mundial y por su condena al banquillo en el decisivo partido ante Chile en Maracaná, Xavi ha decidido pasar desapercibido. Ocultarse, en cierto modo. No se le ha escuchado. No ha concedido ninguna entrevista personal, ni se ha parado a charlar en las zonas mixtas. Solo intervino en la rueda de prensa oficial de la víspera del partido con Holanda.


Hay algo simbólico en el silencio del jugador del Barcelona. Imposible no compararlo con su papel exactamente contrario en el pasado Mundial, donde vino a ser casi el portavoz de la Roja o, por lo menos, su mejor referencia mediática. Nadie duda de que, hace cuatro años, Xavi Hernández no solo fue una pieza clave en el juego de España, sino uno de los principales artífices del entusiasmo, la autoestima y el espíritu competitivo que llevó a la selección hasta la cima del fútbol. De la misma manera, se hace difícil dudar de que su papel irrelevante en Brasil ha sido uno de los factores claves en el derrumbe de los campeones del mundo. A estas alturas, nadie niega que el declive de España y el de Xavi Hernández están estrechamente relacionados. No es una casualidad que hayan coincidido en el tiempo. En absoluto.


Cuando ya no están, los grandes futbolistas dejan un vacío inmenso, tan hondo que sus equipos necesitan un período de adaptación a ese nuevo tiempo que les toca vivir. Pues bien, cada vez son más los técnicos y loa analistas que coinciden en que, tanto España como el Barcelona, deberán reinventarse y aprender a vivir sin Xavi Hernández. Y es que ha sido él, en compañía de otros pero él como principal artífice, como factotum, quien ha hecho posible el fútbol que ha llevado tanto a la selección como al club azulgrana a vivir las épocas más doradas de su historia. No es que sin Xavi hubiera sido imposible practicarlo. Lo que hubiera sido imposible es que alcanzara esas cotas de excelencia. Así se explica que, a medida que el rendimiento del barcelonés ha ido decayendo, bajaran también la calidad del juego y los resultados de la Roja, cuyo último gran partido memorable fue la final de la Eurocopa 2012. Y como se recordará, Xavi, que no había brillado en los encuentros anteriores, dictó en Kiev una lección magistral.


Xavi Hernández ha sido la clave de bóveda del juego de España desde que tomó las riendas del equipo. Tras la llegada de Luis Aragonés, su papel comenzó a cambiar poco a poco. Competitivo y futbolero a rabiar como es, congenió mucho con el sabio de Hortaleza, que le hizo titular indiscutible. Le entregó el timón de un centro de campo que ha reinado en el mundo durante al menos seis años.