Ciclismo

Vicioso quiere mostrar su clase en la Milán-San Remo

Ángel Vicioso, único aragonés en un equipo UCI Pro Tour
Ángel Vicioso se presenta en Ancona
EFE

La Milán-San Remo, primer "monumento" de la temporada ciclista, cumple este domingo 106 años con un recorrido de 298 kilómetros abierto tanto a esprinters como Mark Cavendish o Peter Sagan, como a clasicómanos como Tom Boonen, Fabian Cancellara o Philippe Gilbert. Ahí estará también el ciclista aragonés Ángel Vicioso (Katusha), con enormes ganas de reivindicarse en el pelotón internacional.


El ciclista de Alhama ya demostró un gran pico de forma en la Tirreno Adriático. Su ambición deportiva es dejarse ver entre los mejores en la gran clásica italiana, un empeño que está al alcance de muy pocos.


España, que tiene cinco victorias (Miguel Poblet en 1957 y 1959, Óscar Freire en 2004, 2007 y 2010), alineará también a un puñado de corredores que no cuentan entre los favoritos. Entre ellos, Gorka Izagirre y Egoi Martinez (Euskaltel), Xavier Florencio (Katusha), Jonathan Castroviejo, José Joaquín Rojas y Fran Ventoso (Movistar).


Con pronóstico de lluvias y temperaturas de 3 grados en la salida, la Classicissima, tradicional preludio de la primavera ciclista, conduce a los corredores desde Milán a la ciudad costera de San Remo, en La Riviera, por una gran variedad de paisajes y desniveles aunque no lo bastante duros como para descartar a los esprinters.


El australiano Simon Gerrans, sorprendente vencedor el pasado año, defiende título en una forma física que constituye una incógnita. En la reciente Tirreno-Adriático abandonó en la quinta etapa con problemas respiratorios pero ha sido seleccionado en el equipo Orica GeenEdge.


Al frente de la nómina de favoritos figura el eslovaco Peter Sagan, jefe de filas del Cannondale, que reúne las cualidades de esprinter y clasicómano. En lo que va de temporada ya ha logrado cinco victorias, la última batiendo a Mark Cavendish.


El equipo Cannondale dispone de otra bala en la recámara, el italiano Moreno Moser, por si Sagan se queda rezagado en la cima del Poggio. El sobrino de Francesco Moser ganó hace dos semanas la Strade Bianche y, pese a su juventud (22 años), tendrá sus opciones el domingo.


Pero el ciclismo italiano deposita sus mejores opciones de victoria en Vincenzo Nibali, vencedor final de la última Tirreno-Adriático. El corredor del Astana exhibió una gran puesta a punto al batir en la general a los dos grandes favoritos para ganar el Tour, el británico Chris Froome y el español Alberto Contador.


Nibali no ha faltado, los dos últimos años, a su ataque en la subida al Poggio, el punto más caliente de la Milán-San Remo y frecuente juez de la contienda, y probablemente volverá a intentarlo esta vez, con la esperanza de no llevarse a rueda a alguno de los grandes rematadores.


La táctica de Nibali es extensible a su compatriota Filippo Pozzato y al suizo Fabian Cancellara, ganador en 2008 y segundo el año pasado, un hombre capaz de romper en los últimos kilómetros y de rodar en solitario hasta la meta pero vulnerable en el esprint si se lleva a rueda a un adversario.


El belga Philippe Gilbert, con el maillot arco iris de campeón mundial, ocupa un lugar preferente en la lista de favoritos. El jefe del BMC es un adversario temible en el tramo final de las clásicas, cuando el trabajo de equipo cede ante las fuerzas personales.


La relación de velocistas, prestos a sacar a relucir su potencia en los últimos metros si se llega en grupo, contiene, además de a Sagan y Cavendish (vencedor en 2009), a los alemanes Andre Greipel y John Degenkolb (quinto el año pasado), a los noruegos Thor Hushovd y Edvald Boasson Hagen, al belga Tom Boonen y al australiano Matthew Goss, vencedor en 2011.


Las principales dificultades de la carrera son el passo Turchino, Le Manie (204 km), que preceden a un tramo final de 50 kilómetros en el que se suceden los cambios de nivel en momentos en que el grupo de favoritos acelera y los más ambiciosos empiezan a presentar sus apuestas.


El Cipressa, a 22 kilómetros de meta, constituye la penúltima criba para los esprinters, que aún tendrán que superar, a 6.000 metros de la llegada, el Poggio. El corredor que corona con una pequeña renta tiene muchas posibilidades de ganar la carrera en la avenida Italo Calvino.