LIBROS

Artistas que no dejaron de ser niños

Un libro y una muestra recogen los juguetes que realizaron creadores de vanguardia como Klee, Picasso o Miró.

El arte capital de principios del siglo XX jamás se olvidó de la infancia. Daba igual que se moviese en un sinfín de direcciones, que proclamase sus manifiestos y teoremas, o que lanzase sus soflamas para transformar el mundo y acabar con el arte burgués. Daba igual. José Lebrero, director del Museo Picasso de Málaga, que alberga la muestra 'Los juguetes en las vanguardias', lo resume con sencillez: "Las obras maestras, los cuadros clave se acompañaron de extensiones y prolongaciones pensadas para los más pequeños". Exactamente eso hicieron autores tan importantes como Alexander Calder, que era capaz de desplegar la actuación de un circo ambulante para niños en la casa de su propio galerista; Paul Klee, que construyó hasta 50 marionetas para su hijo Félix; o Pablo Picasso, que hacía toda clase de objetos para sus hijos o para los hijos de sus asistentas.

Para algunos aquellas creaciones no eran arte propiamente, aunque el pintor uruguayo Joaquín Torres-García, un auténtico especialista en juguetes y juegos, dijo en 1922: "Ya no voy a pintar más. Voy a meter toda mi pintura en los juguetes, lo que hacen los niños me interesa más que nada. Voy a jugar con ellos".

El artista contemporáneo ha intentado recuperar "la inocencia de la mirada". Un espíritu en apariencia tan adusto como Cezanne dijo: "Me gustaría ser un niño". Y Baudelaire escribió: "El genio no es más que la infancia recuperada a voluntad". Eso explicaría algunas formas de pintura y también una teoría que defiende Juan Bordes, uno de los grandes coleccionistas de juguetes: "La docencia es una de las fuentes del arte moderno". Bordes considera que "el cambio profundo de una sociedad comienza con la atención responsable de la infancia", y cree que las doctrinas innovadoras y heterodoxas de pedagogos como Rousseau, Juan Enrique Pestalozzi, María Montessori o Federico Fröbel han influido en la creación de vanguardia, hasta el punto de que para muchos especialistas el pedagogo "Fröbel ha sido uno de los fundadores de la plástica de las vanguardias", porque sus métodos de enseñanza exigían una iconografía, un universo de objetos que estimulasen la creatividad y la fantasía.

De ahí que Bordes diga: "El arte moderno posee una gran capacidad didáctica", y cita como referencia decisiva un libro inglés de 1880, 'Álbum de recortes', de autor desconocido y sin pretensiones artísticas, que tenía imágenes y un desarrollo estético formidable.

Teorías al margen, han sido muchos los artistas (Kandinsky, Klee, Matisse, Picasso, Miró o Dubuffet, entre otros) que han coleccionado, y construido, juguetes infantiles. Un intelectual como Walter Benjamin (que se suicidó en Portbou huyendo de los nazis) también lo hacía y escribió críticas de cuatro exposiciones de juguetes.

Un somero viaje en el tiempo a través de distintos movimientos nos confirma que los dadaístas eran proclives a estos inventos, el término 'dadá' significa caballo de palo; los futuristas se volcaron con el juego, especialmente tres grandes figuras: Giacomo Balla, Munari y Fortunato Depero, que era un maravilloso inventor de marionetas, algo que también se podría decir de otros autores como el citado Klee, Otto Morach, Sophie Taeuber-Arp (quizá una de las más grandes), Oskar Schlemmer (experto en muñecos articulados de rebosante colorido) o Hanna Höch, que era experta en collage y muy capaz de realizar muñecas dadá. Por esa misma época, en la Bauhaus el juguete interesaba mucho, hasta el punto de que uno de sus integrantes dijo: "He propuesto que hagamos juguetes toda la semana".

En la estupenda monografía que acompaña la muestra de Málaga se recuerda un dato curioso: Félix, el hijo de Paul Klee, destinatario de sus dibujos secretos y sus marionetas, ingresará en la Bauhaus y hará piezas.

Los fotógrafos Emmanuel Sougez en París y Edward Steichen en Nueva York realizaron libros de imágenes para niños. Y en España, entre otros, hicieron series maravillosas Calleja, con sus acordeones de cuentos y de cine; Tono, que reconstruyó un arca de Noé con espectaculares recortables, Picasso, claro, Joan Miró, Maruja Mallo, que firmaba como Mary May, etc. Todos tenían claro que el juguete es un instrumento para pasar el tiempo y para aprender. Se sentían seducidos, en distinto grado, por "el innato deseo de aprender del niño".

Torres-García. El artista constructivista uruguayo ha sido uno de los grandes creadores de juguetes. Le costó venderlos, pero siempre tuvo claro que eran arte y que formaban parte de lo mejor de su producción. Aquí, 'Elefantes', 1938.