Álvaro Ortiz: "Roma es increíble y trabajar allá ha sido una gozada"

Lleva tres obras en primera división, y las dos últimas dan un poco de miedo. ¿Teme generar ese mismo sentimiento entre lectores, allegados o los vecinos de sus padres?

Mientras no venga nadie a ver lo que escondo en el congelador, no habrá problema… No, ahora en serio, la verdad es que ‘Murderabilia’, el anterior libro, formaba inicialmente parte del proyecto, y por eso van un poco de la mano en lo macabro, pero vaya, espero no encasillarme. Miedo tampoco doy, si acaso a los amigos que temen que saque parte de sus vidas en el siguiente libro: no quieren verse retratados.

Un año en Roma da para mucho; ya estuvo como artista residente en Francia, en Angulema, y en la localidad noruega de Alvik. ¿Hay poso notorio de esas experiencias en ‘Rituales’?

En el caso del año romano, el tema ha sido muy directo: la idea inicial no tenía nada que ver con Roma, y al final sí aparece, sobre todo en dos de las historias. Personalmente ha sido una experiencia muy interesante… y mucho curro, pero la ciudad es increíble y trabajar allá nueve meses ha sido una gozada. Aún no he aterrizado del todo en casa, entre el trabajo final del libro y los viajes de promoción...

Barcelona también asoma en esta obra, y mucho. ¿Añoranza de su piso de estudiante en el barrio Gótico?

Ahí salen dos estudiantes zaragozanos en el piso, pero no soy ninguno de los dos. Tienen una base real, y también algo de mi carácter, pero si te fijas aparezco en una viñeta como el tercer ocupante del piso, un dibujante de cómics con mal genio. Estuve casi dos años allá… y sí había un piso misterioso debajo del nuestro, siempre cerrado. De hecho, en el de arriba tampoco había nadie.

Vaya fiestas…

Para eso estaba bastante bien, sí… pero también existía el punto inquietante de no aceptar la versión oficial en todo este asunto: nos habían contado que lo de abajo era un simple almacén de muebles, pero yo no me lo creí nunca, ahí no entró nadie durante todo ese tiempo…

‘Cenizas’, ‘Murderabilia’ y ‘Rituales’, tres estados anímicos hechos novela. ¿Con cuál se siente mejor?

Con ‘Cenizas’ no sabía si eso le iba a interesar siquiera a alguien… y me equivoqué, por suerte, se ha editado en Alemania y Francia. La historia de ‘Murderabilia’ me parecía potente y estaba convencido de que tenía que contarla; con ‘Rituales’ no tenía nada claro, pero hasta ahora hay casi unanimidad entre quienes lo han leído a la hora de decir que es el que más les gusta.

El contraste entre la estética naíf y los textos contundentes le está funcionando...

Tampoco es intencional, ni algo pensado o buscado. Mi dibujo sí es un poco naíf, es cierto, y si la historia es oscura, es cierto que ese detalle llama la atención.

La música está muy presente en su obra. ¿Qué suena en su cabeza, o en su cuarto, cuando las musas le susurran cosas?

A veces la quito, porque me distrae, y la cambio por la radio o documentales de la tele, pero... sí, la tengo muy presente en el día a día. Hace poco me pidieron una ‘playlist’ para ‘Cactus’, una revista de Bilbao, y por ahí salieron Fuck Buttons, Grimes, Health, Dan Deacon, Mogwai, Beach House, Bauhaus...

Selección inquietante. Entonces, quedamos en que no da usted miedo…

Es verdad, va casi todo por una línea similar, aunque hay cosas más oscuras que otras... pero no, hombre, no doy nada de miedo.

¿Se atreve a recomendar algún concierto para este sábado? Por ir después de su presentación...

El sábado quiero ver aquí a Esplendor Geométrico en el_Centro Cívico Delicias, sin ser fan absoluto, tengo curiosidad por ver a un pionero de la electrónica en España. Dieron un concierto en Roma mientras yo estaba allá, en el Tempietto, con uno de mis compañeros en la Academia. Estuvo muy chulo.