Cinco años sin malos humos

Hace un lustro que no se puede fumar en bares y restaurantes, y en este tiempo la ley antitabaco se ha asentado con total normalidad y sin apenas incumplimientos.

La ley antitabaco, que entró en vigor el 2 de enero de 2011 –en la imagen, un local de Huesca el 12 de enero de ese año–, también ha disparado el número de terrazas en las calles aragonesas durante todo el año.
La ley antitabaco, que entró en vigor el 2 de enero de 2011 –en la imagen, un local de Huesca el 12 de enero de ese año–, también ha disparado el número de terrazas en las calles aragonesas durante todo el año.
Rafael Gobantes

En diciembre de 2010, los bares españoles estaban llenos de humo. Era imposible tomarse un café o una caña sin que la ropa se impregnase de olor a tabaco, y los fumadores pasivos –camareros incluidos– estaban obligados a respirar las perjudiciales emanaciones de los pitillos. Pero hace ahora cinco años, una reforma legal cambio de forma radical el panorama. La ley antitabaco nació con polémica y con muchas críticas de los fumadores y del sector hostelero, aunque ahora, cinco años después, pocos querrían volver a la situación anterior.


Para garantizar el adecuado cumplimiento de la ley, la dirección de Salud Pública de la DGA ha intensificado las inspecciones. En todo Aragón se ha pasado de las 10.884 de 2011 a las 25.325 del año pasado. Pero el aumento de la vigilancia no ha detectado más incumplimientos, todo lo contrario, la cifra baja año tras año. Así, un 4,33% de las inspecciones encontraron problemas en 2011, pero la cifra fue de 0,94% en 2012; 0,92% en 2013; 0,86% en 2014 y solo un 0,63% en 2015.


"La ley ha sido absolutamente beneficiosa y se ha demostrado que desde su aprobación la gente fuma menos y los no fumadores están menos expuestos al tabaco", asegura Salvador Bello, jefe del servicio de Neumología del Hospital Miguel Servet. Según explica, además, los expertos creen que la norma ha generado una mayor conciencia social de los riesgos del humo y ha hecho que la gente fume menos incluso en su propia casa. "Hace años era impensable que alguien saliera a la terraza de su piso a fumar, y ahora es normal que los padres con niños pequeños lo hagan para que sus hijos no respiren el humo", dice.


También la otra parte, los hosteleros piensan que estos años han calmado los miedos que surgieron con la puesta en marcha de la ley. José Luis Yzuel, presidente de Horeca (la asociación de hoteles y restaurantes de Zaragoza y provincia), destaca que sí hubo un perjuicio económico para los locales de hostelería en un primer momento, pero que luego la situación se ha normalizado.


"Desde el punto de vista sanitario, de la limpieza, de la convivencia entre clientes... el efecto ha sido positivo", dice Yzuel, que además vincula la ley antitabaco con el ‘boom’ de terrazas de bares y restaurantes que han aparecido en los últimos años. "Es que han sido de implantación casi obligatoria, porque los empresarios han tenido que buscar nuevo sitios cómodos para que puedan estar los clientes", asegura.


En cualquier caso, ya nadie discute los beneficios para la salud de trabajadores y clientes que ha supuesto prohibir el tabaco en los bares. Muy especialmente para los fumadores pasivos, que antes de la ley respiraban sin quererlo sustancias muy peligrosas. "Cada vez se sabe más del efecto dañino de los cigarrillos en los no fumadores y de las enfermedades derivadas de inhalar el humo de los demás", explica Bello. De hecho, señala, los niños que viven entre fumadores tienen un 30% más de posibilidades de desarrollar asma bronquial. Y cuando se respira de forma habitual el humo del tabaco, aunque no se fume, también suben las probabilidades de sufrir infecciones respiratorias, cáncer de pulmón y de garganta, y problemas coronarios, como la cardiopatía isquémica y el infarto de miocardio.


"Y todos relacionamos el tabaco con el cáncer del pulmón, pero también está muy vinculado con los tumores en la vejiga o en el cuello del útero", añade.


Bello recuerda, además, que muchos de los efectos perjudiciales del tabaco son reversibles y se notan a los pocos meses de dejar de fumar: "Después de un año, los exfumadores se mueren cinco veces menos que los fumadores". Una cifra que anima a apagar el pitillo.

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