Buitreman y El pastor de buitres, superhéroes de Aragón al rescate de rapaces

El buitre, como buena carroñera, tiene una innegable mala fama. Lo discutible es si merecida o no. Para los expertos del National Geographic desde luego no lo es y en su último número dedican un extenso reportaje a denunciar la precaria situación de este animal en el mundo... y a una cosa más: a alabar la labor de 'Buitreman', el aragonés natural de Beceite sobre el que cada mañana se abalanzan más de 300 buitres en busca de la comida que éste les proporciona.

Es la tercera vez que esta prestigiosa revista se hace eco de la pasión con la que José Ramón Moragrega cuida a las rapaces del Matarraña. José Ramón, alias Buitreman, gestiona junto a su esposa Loli Carrasco el singular paraíso para buitres en el que han convertido su casa. José Ramón compró una masía hace 26 años y poco a poco transformó sus terrenos en un muladar y el edificio principal en un observatorio de buitres llamado Mas de Bunyol que permite a turistas y entendidos observar de cerca y sin ser vistos a este huidizo animal

Todo empezó como una afición. José Ramón se crió en Beceite y a sus 63 años aún recuerda la atracción que suponía para los chavales de su época ver a los buitres acercarse al muladar del pueblo para "hacer su labor de limpieza y devorar a las caballerías fallecidas". De adulto dedicó quince años a la marina mercante y mientras navegaba leyó unos libros sobre las aves carroñeras y su relación con los humanos con los que su pasión fue in crescendo. Una vez en tierra firme dio rienda suelta a su afición y la convirtió en su forma de vida.

Al principio las rapaces solo se acercaban a los terrenos cuando no había nadie en casa. Después pasaron a observar desde la distancia mientras José Ramón depositaba la carne en el muladar y en cuanto se iba, se aproximaban para devorarla. Con el paso de los años los buitres fueron cogiendo confianza y hoy esperan a su Buitreman en la puerta todas las mañanas, listas para abalanzarse sobre su carretilla y arrebatarle los conejos a las 9.30 en punto.

"Me ha costado muchos años que confíen y aún así siguen teniendo miedo y si hago un ruido o un movimiento brusco huyen en desbandada", explica. A José Ramón le halaga su apodo aunque deja muy claro que él quiere mantener las distancias con los buitres. Una cosa es alimentarlos y otra muy distinta alterar su comportamiento y su modo de vida salvaje.

Hasta su propiedad, el único muladar privado de la Comunidad, llegan fotógrafos y turistas de todos los países y José Ramón asegura que en verano el 50% de las reservas las hacen turistas extranjeros. "Nuestra filosofía de trabajo es muy clara: que no vean a las personas y se mantenga todo tan salvaje como cuando vinimos aquí", aclara. Por eso los huéspedes llegan solo por las tardes y acceden al edificio a través de una zona boscosa y túneles bajo tierra.

También en Huesca

En la provincia de Huesca los buitres leonados también disfrutaban de su pequeño paraíso alimenticio hasta hace unos meses. Miguel Ángel Bueno pasó nueve largos años alimentando a estas carroñeras junto a un grupo de amigos una o dos veces por semana en la Sierra de Guara. Les llevaban los despojos de siete carnicerías de Huesca y, aunque al principio ellos también tenían que esconderse, al final las aves bajaban a comer sin importarles lo más mínimo la presencia de sus procuradores.

Ante la imposibilidad de instalar un muladar reglado en la zona, el grupo tuvo que dejar de llevar comida a las rapaces pero Miguel Ángel, conocido por sus amigos como 'El pastor de Buitres' acaba de publicar un libro sobre todo lo aprendido junto a estas extraordinarias aves con un objetivo muy concreto: luchar contra su mala reputación. De momento puede encontrarse en algunas librerías de la provincia y en el blog del autor.