Recuerdos de fin de año, una puerta para revivir lo mejor del arte

Recuerdos de fin de año, una puerta para revivir lo mejor del arte

Aunque el arte como mejor se disfruta es en directo, gracias a los recuerdos se pueden recuperar una y otra vez aquellas obras que en algún momento nos hicieron vibrar de emoción.

Recuerdos de fin de año, una puerta para revivir lo mejor del arte
Recuerdos de fin de año, una puerta para revivir lo mejor del arte

Diciembre es un mes marcado por los recuerdos, pues al final de cada año es costumbre rememorar lo ocurrido durante los once meses precedentes, ya sea un cumpleaños muy especial acompañado por las personas favoritas, haber cumplido al menos uno de los objetivos marcados para el año nuevo, la botella que se descorchó para celebrar la mejor de las noticias, o la visita al museo al que siempre se quiso ir… Y es que recordar es una disciplina que conviene dominar para poder disfrutar de los tiempos pasados, del día a día y también del futuro.


En materia de arte, evocar aquellas experiencias que hicieron vibrar los cinco sentidos es uno de los mayores placeres, pues en conjugación con el recuerdo aparece la imaginación y todos los pensamientos que rodearon la experiencia: desde el clásico 'esto podría haberlo hecho yo' hasta la inmersión total en la obra al seguir sus líneas y colores. Al fin y al cabo, un recuerdo es un bien personal que cada uno interpreta según sus experiencias, sentimientos o sensaciones, y que embarca a cada espectador en un viaje introspectivo hacia los momentos inolvidables que han marcado su vida.


A través de colores que cuentan historias, de texturas que despiertan a los personajes visibles o invisibles de una obra, de la sensibilidad inimitable de cada trazo o del atrevimiento de aquellos artistas que reinventaron el concepto del arte en todas sus facetas, las obras se graban en la memoria para abalanzarse de vez en cuando sobre nosotros, trayendo consigo esas anotaciones con las que las clasificamos el día que topamos con ellas. Un conjunto de pensamientos muy valiosos que se transmiten a través de múltiples canales y que evitan que aquello que tanto nos gusta caiga en el olvido.


Pero no solo el arte se vale del recuerdo para sobrevivir, también el vino se aferra a los cinco sentidos para reservar un espacio privilegiado en el cerebro de quien lo cata. Así, su sabor, su aroma, su color y su embotellado juegan un papel esencial en nuestra memoria, y de ellos depende el descorche de otra botella más.


En Enate, una de las bodegas más emblemáticas del Somontano, tienen una fórmula única para albergar sus vinos en el recuerdo, que tiene como ingredientes principales el buen hacer, la tradición y las obras contemporáneas con las que visten los vidrios. Una receta única e intransferible con la que brindar en aquellos momentos que deseamos que queden para siempre en nuestra memoria y en la de aquellos que nos rodean.