Menos es más: quién dijo que al minimalismo le falta personalidad

La clave de este estilo de decoración es hallar el punto medio, combinando elementos sencillos o simétricos con otros más cálidos u originales

Minimalismo: lo último en decoración.
Minimalismo: lo último en decoración.
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Amplitud, luminosidad, elegancia, calma y, sobre todo, buenas vibraciones. Esas son las sensaciones que, a simple vista, transmiten los espacios con líneas minimalistas, una opción de decoración que para algunos resulta impersonal o demasido fría.


Sin embargo, lo que este estilo de inspiración nórdica trata de reivindicar es la sencilla idea de que ‘menos es más’. Y es que lo acogedor no tiene por qué estar reñido con lo elegante. La habilidad del minimalismo radica en hallar ese término medio, combinando elementos simétricos y puramente elegantes con otros más vistosos o de mayor personalidad. Un ejemplo: la pureza del blanco, bien en paredes o en elementos ornamentales, se complementa a la perfección con la calidez que aporta la madera en el suelo o en cualquier mobiliario.


Para lograr este contraste, el minimalismo se permite algunas licencias como incorporar objetos de cristal, plantas de interior o materiales que aporta la naturaleza y que se pueden reutilizar para decorar, como hojas secas de especies tropicales, ramilletes de hierbas aromáticas, ramas de madera que acaban desperdigadas en el suelo, o las piñas, cuyas originales formas pueden alegrar cualquier centro de mesa.


Otras dos tendencias que admite este estilo es el demandado efecto cemento en suelos y paredes; y también el plateado, que ha llegado para quedarse y es el color por excelencia de la modernidad.


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