MEDIO RURAL

El sector agrario, sin visa al futuro

Algunas explotaciones cierran por falta de rentabilidad y otras, por la ausencia de relevo generacional.

Dentro de poco menos de un mes, el sector agrario y el medio rural en su conjunto llevarán a cabo una de las mayores protestas y movilizaciones que se recuerden. Esta no es la primera protesta del campo en el seno de los países comunitarios, ni será la única. La más cercana se ha celebrado hace escasas fechas en Francia, donde los agricultores denunciaron la falta de rentabilidad de sus explotaciones con la diferencia de que los rendimientos medios de una hectárea de herbáceos en el país vecino es de más de 5.000 kilos, mientras en España se sitúa en los 2.000 kilos por hectárea.


Del conjunto de las argumentaciones y la tabla reivindicativa planteada por las tres organizaciones agrarias hay dos puntos que resumen las razones de la protesta: las rentas agrarias en los últimos cinco años se han recortado en un 26%, especialmente en la campaña actual, mientras los incrementos de los costes de producción en el mismo periodo lo hicieron en un 34,3%.


Por detrás de todo ello están las consecuencias: un sector agrario sin expectativas de futuro, cierre o abandono de explotaciones y pérdida de empleo en la actividad con un recorte en los últimos años de unas 120.000 personas. El efecto indirecto añadido es un mayor deterioro del medio rural que supone el 80% del territorio nacional, donde existen o subsisten unos 7.000 municipios con 10 millones de personas y que va camino de convertirse en un cementerio y reducción de ventas y empleo en los fabricantes de los medios de producción, desde abonos a semillas pasando por la maquinaria.


Desde la Administración central se han puesto en marcha en las últimas semanas los trabajos para elaborar el censo agrario que se hace cada 10 años en base a una sistema de encuestas donde es importante reflejar datos ciertos para que los censos reflejen la realidad.


Tomando como referencia los tres últimos censos, desde la perspectiva del empleo, en 1989 el número de Unidades de Trabajo Año (UTA) o el equivalente al número de trabajadores a jornada de ocho horas, entre el empleo familiar y el ajeno a la explotación, se elevaba en esas fecha a 1.262.000. En 1999 esa cifra se había reducido a 1.888.000 UTA y en el último año, la cifra había bajado a 850.000.


De acuerdo con la evolución lógica de la actividad agraria, nuevos sistemas de producción y una mayor tecnología en las mismas para lograr unas mayores posiciones de competitividad, la reducción del porcentaje de población ocupada en el sector es un proceso normal. Frente a los altos porcentajes que significaban en el pasado, en la actualidad el sector agrario no supera el 5% sobre el total del empleo nacional. En aplicación de las reformas de las OCM promovidas por la Unión Europea, en España se han desmantelado en gran parte los cultivos de remolacha, algodón o tabaco que aportaban una gran cantidad de mano de obra en el campo y en la industria. Otras producciones como el viñedo o el olivar, además de lo otros cultivos industriales, se han tenido que modernizar en las tareas de recogida, lo que ha supuesto igualmente pérdida de empleos.


Sin embargo, y ahí está la denuncia del sector agrario, una cosa es el desarrollo normal de ese proceso, avances de la tecnología con recorte de mano de obra, y otra que el mismo se haga mediante la expulsión de agricultores y ganaderos por falta de rentabilidad de las explotaciones, la no existencia de perspectivas de futuro de las mismas o la imposibilidad de seguir en el medido rural por falta de servicios para la unidad familiar.


Las reformas introducidas en la Política Agrícola Común en los últimos años han supuesto el desmantelamiento de los mecanismos de regulación de los mercados, la eliminación de los precios de intervención, el recorte de las ayudas complementarias a esa bajada de los precios, una mayor libertad de las importaciones, la falta de apoyos para exportar y, tocando ya la política nacional, la falta de incentivos para lograr un relevo generacional en el campo y apoyo al mundo rural para hace el mismo atractivo al resto de la sociedad al margen del turismo de fin de semana.


Oficialmente, según los datos del último censo, en el sector agrario hay más de un millón de explotaciones con un descenso del 40% en vacuno, del 17% en ovino y del 42% en porcino en relación con el censo anterior.

En ovino se ha pasado de 2000 a 2008 de 24 a menos de 20 millones de cabezas y de 136.000 a 118.000 explotaciones entre 2006 y el pasado año. En vacuno de leche, la caída en la última década ha sido de120.000 a 3.000 explotaciones y de 1,2 millones de cabezas a menos de 900.000.


Si nos atenemos a los pagos de la PAC, en España hay casi 900.000 perceptores y ello si tenemos en cuenta que hay sectores donde no se perciben ayudas como es la mayor parte del sector hortofrutícola

La realidad sin embargo, es muy diferente. Y, frente a ese millón de explotaciones de que habla en censo, la realidad es que, según los datos del Régimen de la Seguridad Social, actualmente en el Régimen de Autónomos con unas condiciones especiales, los agricultores de verdad no pasan de los 350.000 y solamente unos 200.000 reclaman las ayudas por el consumo de gasóleo.


El sector agrario pierde empleo directo por el avance de la tecnología y la necesidad de modernizarse para competir mejor, pero sobre todo, por la eliminación de cultivos y el cierre o abandono de explotaciones por la inexistencia de un futuro para las mismas.