Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

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El aragonés errante: El Mantel de Noa y O’Carolan

Miguel Ángel Fraile es el artífice de dos formaciones centradas en el viaje a la música tradicional aragonesa y a la del mundo en general, una pieza fundamental del nuevo folk de esta tierra desde sus primeros pasos con Cornamusa.

O'Carolan.
El quinteto de O'Carolan en la foto promocional de su nuevo álbum: 'Caleidoscopio'.
Ana Felipe/Julián Ansuátegui.

Días atrás se celebraba Saint Patrick, la fiesta del patrón irlandés, y uno se imagina el jolgorio y el gaudeamus sonoro que se organiza en los pubs irlandeses, donde como en el flamenco, basta que suene un atisbo de palmas para que la gente se arranque al baile, en este caso al son de mandolinas, gaitas y violines. Y digo ‘me imagino’ porque nunca ha estado en las tierras verdes irlandesas, pero llevo en el subconsciente los sonidos de The Chieftains, Planxty, Clannad, Altan, Boys Of The Laugh, The Dubliners… y hasta la misma comercialidad de The Corrs. Y, cómo no, las imágenes del cine y de las informaciones televisivas sobre el ambiente musical que se vive en los pubs irlandeses a lo largo del año, no solo en San Patricio. En ellos se interpreta una música tan emotiva como festiva, que habla más que bien de la sensibilidad del pueblo irlandés y de sus alegres bríos de diversión. Obviamente, este año muy atenuados e incluso fulminados por la dichosa pandemia.

Lo más insólito es que por estas tierras contamos con nuestro ‘aragonés-irlandés de oro’ y su grupo O’Carolan, Miguel Ángel Fraile, uno de los grandes pilares del folk moderno aragonés. ¡Cómo no! Recuerdo con grandísimo agrado su debut en aquel álbum compartido con María José Hernández, que editó la DGA dentro de su programa Expresión Joven, y luego ya, en 1989, al cabo de cinco años de travesía, la publicación de su primer disco con Cornamusa, uno de los grandes eslabones, tras Hato de Foces, que unió a Chicotén, el iniciador del folk moderno aragonés, con el presente, abriendo una nueva era en la música tradicional aragonesa y, como consecuencia de ello, la llegada a los discos, en 1990, de La Orquestina del Fabirol y luego de Ixo Rai!, Biella Nuei, Ángel Vergara, La Ronda de Boltaña, Pardinilla, Trivium Klezmer, Maut y tantos otros. “Cornamusa ha fabricado un disco fresco y riguroso que trae aires renovadores a la música popular aragonesa”, rematé, y perdón por la autocita, la primera entrevista, en julio del 89, que mantuve con ellos en el Heraldo, abriendo con gran visibilidad la página de Espectáculos del diario.

Lo que, en efecto, se confirmó en sus discos posteriores. Cinco álbumes, en total, dejó Cornamusa, cinco extraordinarios álbumes, diría yo, pero curiosamente compartidos en los años finales del septeto con el proyecto paralelo al grupo creado también por Miguel Ángel Fraile, O’Carolan. Presentíamos y, creo que hasta él mismo así lo consideraba, que aquello era un esqueje, verde y fructuoso de Cornamusa, pero sin ir más allá, un capricho pasajero. Pero, leñe, que el esqueje acabó floreciendo robustamente hasta matar al tronco madre y conseguir vida propia. Con lo cual, un maño geólogo se nos infiltró en tierras irlandesas. ¿O es que la música más primigenia de O’Carolan no parece salir manufacturada de tierras irlandesas, y no aragonesas? “Irlanda siempre estuvo con nosotros”, llegó a confesar Fraile para justificar el giro de timón —más de nombre que de música y sonido global, eso es verdad— hacia San Patricio y sus genuinos acólitos musicales.

Amén de patearse tierras aragonesas y nacionales y de editar un DVD de su 20 aniversario, O’Carolan publicaba a finales de 2019 su último álbum hasta ahora, Caleidoscopio, otra belleza supina, en la que desapareció el origen irlandés como motor compositivo, ocupándolo exclusivamente el folk tradicional aragonés con piezas procedentes de Sinués, Uncastillo, Quinto de Ebro, Sariñena…, pero hete aquí que en 2016 a O’Carolan le nacía a su vez otro esqueje, y como ocurrió con Cornamusa, acabo herborizando por sí solo en otro grupo, El Mantel de Noa.

Aunque la formación de Noa se reduce a dos componentes en tanto que la de O’Carolan es de cinco, musicalmente no hay ruptura alguna entre ambos, partícipes de una sonoridad común relajada y emotiva, exclusivamente instrumental y muy cuidada. El viaje musical de Noa por tierras fuera de las aragonesas participa de la misma sensibilidad que Fraile y Pilar Gonzalvo, sus componentes, exudan a la vez en O’Carolan junto a Ernesto Cossío, Susana Arregui y Julián Ansuátegui. Y es que el fin último de ambos grupos es uno: la búsqueda de la belleza a través de la melodía y los muchos instrumentos tradicionales que manejan. Finalidad que consiguen sobradamente, sumergiendo al oyente en un oasis de paz interior.

Habrá quien pueda llegar a catalogarla como música new age por su efecto balsámico… Bueno, allá cada cual con sus etiquetas y con la forma en que quiera utilizar este término, ya gastado y fuera de moda. Pero lo básico es la extrema delicadeza con que este bello mantel acoge alimento musical tan apetitoso como exquisito. Aunque sea en la virtualidad, este Fraile sí que es un verdadero aragonés errante.

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