Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

Chicas que ofrecen sus cuerpos a los ídolos, las grupis

Las he visto a pie de escenario o rondando los camerinos a la caza del músico famoso. En una ocasión, incluso, llegué a oír a una de ellas vanagloriarse de sus aventuras sexuales con un rockero local ¡en un cementerio! Las grupis. Chicas jóvenes, muchas de ellas fascinadas por la fama, el alma y los cuerpos de tipos indeseables, moralmente putrefactos, desde el mismo momento en que se aprovechan de la superioridad que –creen- que les da su celebridad para tirárselas, dicho en plata y no acudir al eufemismo que, como recuerda Vargas Llosa, se usa actualmente en los medios norteamericanos de 'conducta impropia'. Y ello, por muy buscada y consentida que sea la relación.




Es de tesis doctoral el papel de las jóvenes en la música pop a lo largo de la historia. Chicos y chicas, ante una canción, un disco, un grupo o un artista de rango sienten emociones iguales, se conmueven, cantan, viven. Y, sin embargo, mientras ellos cogen una guitarra o un micro, ellas se quedan en la pasividad ensoñadora, forrando sus carpetas escolares con fotos de sus ídolos, chillando en sus conciertos o, elevando el nivel de adoración, ofreciéndoles sus cuerpos, haciendo de grupis. Sinatra, Elvis, los Beatles y los Rolling Stones fueron los primeros y mayores causantes de esta pintura de trazo grueso pero con ciertos visos de realidad.


Afortunadamente desde hace muchos años esta pintura se ha desteñido. Las chicas, aunque tímidamente, no solo hicieron irrupción en los escenarios del primer rock'n'roll (Brenda Lee, Wanda Jackson), sino que en los sesenta se desataron en solitario o formando parte de grupos, y en algunos casos copándolos al completo: The Supremes, Shangri-Las, Ronettes, Crystals… En los setenta explotaron las primeras que conectaron con el rock macho: The Runaways, primitivas y salvajes, dueñas de unas vidas tan turbulentas que acabaron hasta en el celuloide. Igualdad de género mal llevada. Beaches son unas de las últimas: naturales de Nueva Zelanda, practican una neo psicodelia más que recomendable, como comentaba en una entrada anterior.


En medio queda un surtido inagotable de grupos exclusivamente femeninos: The Slits, The Donnas, Kittie, L7, Babes In Toyland, Vixen, Girlschool, Bangles, Go-Go's, Crucified Barbara, Sleater Kinney, Warpaint… Muchos, es cierto, aunque todavía a distancia sideral del cómputo global de los masculinos. El rock sigue siendo todavía territorio macho (y quién sabe si de la manada, a tenor de las fiestas salvajes que habitan en las biografías), un espacio donde se producen grandes maravillas artísticas pero también sucias 'conductas impropias', que como algún día les dé por 'cantarlas' a sus víctimas anónimas, tal cual han hecho las actrices, atronarán los decibelios de la desvergüenza, y con ello –me temo- la falta de autoestima femenina de las grupis, cuando no de las agallas que hay que tener para ejercer como tal, según confesó en uno de sus tres libros Pamela Des Barres, que siguió a Mick Jagger, Jim Morrison, Hendrix y Keith Moon, entre otros. ¡Qué imán más poderoso (y nocivo) es la fama!




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