Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

Little Steven, inyectado de 'springsteenina'

He sentido ternura y estupor escuchando 'Soulfire', la nueva y reciente entrega de Little Steven. Lo primero, viendo encanarse al discípulo para seguir los pasos del viejo amigo y maestro; lo segundo, oyendo cómo esos pasos rayaban en la fotocopia descarada.


Un comentarista de El País digital, Fernando Navarro, ha escrito que este era el disco que tenía que grabar Springsteen en la actualidad, y a renglón seguido le metía un zasca de aúpa por haberse difuminado, por decirlo fino, en los últimos años. Una aseveración así demuestra una inopia supina del repertorio springsteeniano, impropia de alguien que dice caminar por 'la ruta americana'.


Ya lo ha dicho, muy bien dicho, por cierto, en este blog, un lector y fiel seguidor del Boss, Noel, quien sentenció que si hoy Springsteen hace un disco de esta guisa lo encorren a gorrazos. Estoy plenamente de acuerdo con Noel. Sería escarbar en discos pasados, tanto en los oficiales como en los que se dejó en la guantera, para llenar un nuevo disco que de nuevo no tendría nada y de repetitivo todo.


Basta con detenerse en algunas de las canciones de 'Soulfire', sin profundizar en exceso. 'Blues Is My Bussines' es, pese al título, soul. ¿Y qué era si no el archiconocido e incendiario 'Tenth Avenue Freeze-Out'? ¿Y 'I'm Coming Back' y 'Love On The Wrong Side Of Town? Resabios 'Rendez-Vous' por doquier. Y parémonos en la melosa baladita 'The City Weeps Tonight': ¿a estas alturas en un disco de Springsteen? Si precisamente tiró a la papelera el azucarado sonido 'high-school' mientras andaba enfrascado en el tormentoso 'Darkness On The Edge Of Town' (luego, por cierto, rescataría algunas de aquellas piezas en el disco 'The Promise' que acompañó a la reedición del citado 'Darkness'). 'I Saw The Light' va más o menos tras los pasos de 'Night' y, si no, huele a Springsteen añejo que atufa. Lo mismo ocurre con 'Some Things Just Don't Change' y su imagen en 'My City In Ruins' y 'The Rising'. Y 'Soulfire' lleva en las tripas 'Tunnel Of Love'.


Luego, hay una licencia –'Down And Out Of New York City'- sacada del catálogo Blaxploitation, y más concretamente del Isaac Hayes de 'Shaft', que nada tiene que ver ni con Springsteen ni con el mismo Steven. Mucho menos 'Standing In The Line Of Fire' y su trote vaquero a lo Morricone. Licencias distintivas y separadoras del mundo springsteeniano, pero no nuevas, que se patentaron en los setenta y sesenta respectivamente. Licencias también incomprensibles, y por demás en un disco como este.


Ello no obvia para que esta nueva entrega del viejo amigo (ya militó con Springsteen en Steel Mill), consejero y co-productor suyo en algunos de sus álbumes se escuche con mucho agrado. Steven se parapeta en un cálido muro de canciones con sabor a clasicismo. Las enhebra muy bien, las viste mejor con abundancia de metales y coros femeninos, las satina con cuerdas esporádicas, les da calor, las suda… y las canta peor, claro, que su jefe.


Si se mira por el lado amable, resulta tierna esta dosis de 'springsteenina' inyectada por vía intravenosa, que quizá podría traducirse tanto en gesto de admiración como de reconocimiento de que se vive muy bien al ladito de quien ejerce como artista mayor y le paga la soldada. Mas, si se mira por el lado más crítico, produce estupor semejante ejercicio de parasitismo, de chuparle la sangre al jefe. Máxime cuando el propio Steven es un experto en sonidos garajeros (ahí está su programa de radio que llega incluso a España, vía Rock FM), y lo mismo en rock clásico y punk, es decir, tiene su mundo propio y vasto donde inspirarse y sacar obras más nutritivas y menos evidentes como 'Soulfire'. Ya lo hizo, por cierto, en 1999 con el vehemente 'Born Again Savage'.


En definitiva, que Springsteen, lo reconozco y así ha quedado escrito en su momento en el Heraldo, ha dado algún que otro traspiés en este milenio (de antes no le niego nada, pero absolutamente nada), mas de ahí a afirmar que este es el disco (el de su paisa Steven) que tenía que haber grabado va un trecho. Vamos, que iban a faltar gorras para encorrerlo.

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