Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

Mas Birras vuelven a trotar

Vaqueros de los Monegros. Unos tipos desinhibidos y con la misma facilidad para hacer canciones de fiesta cowboy como profundas baladas o escarbar en el folclore latino. Unos verdaderos artesanos de la melodía e incluso de la poesía, que, pese al trozo de tarta de popularidad que saborearon a finales de los ochenta, acabaron perdiendo su apuesta por el rock'n'roll. La culpa: el cansancio, las escasas ventas discográficas y la devoción cada vez mayor de su líder, Mauricio Aznar, por el folclore latinoamericano, que, como dijo, se fue alejando musicalmente del grupo “hasta no tener nada que ver con aquello”.


Eran los Mas Birras, un cuarteto zaragozano nacido de las cenizas de Golden Zippers, precursores del rockabilly local, que ahora, de la mano de Universal, vuelve a trotar discográficamente con la reedición de todos sus discos en una aseada cajita tamaño DVD con dos cedés y un libreto de 28 páginas. Es la segunda vez que se rescatan estas grabaciones. La primera lo hizo en el año 2002 Linacero, propietario de las primeras publicaciones que el grupo hizo para Grabaciones Interferencias, junto al grupo y Stop Producciones. Y todas cuantas veces lleguen estas recuperaciones serán bienvenidas (y necesarias) para mantener fresca la memoria de un grupo inolvidable, adelantado, fascinante, y si pudiera ser colocarle en el puesto que se merece en la pequeña historia del rock zaragozano e incluso en el nacional. Que méritos, los hubo.


Los recuerdo como Golden Zippers. La primera vez que los vi fue en el Concurso Municipal de Rock que el ayuntamiento organizó en 1982 en el destartalado pabellón de Santa Isabel y en el demolido anfiteatro del Rincón de Goya. Diría que daban miedo, no en el escenario pero sí en la calle. Sus pintas invitaban a ello: altos tupés, vestimentas vaqueras, cremalleras, puntiagudas botas... La ciudad no estaba preparada para sustos estéticos tan contundentes. Los ochenta se habían abierto en la ciudad atados todavía a la resaca de los cantautores y a la pobreza y el desangelamiento del rock. Zaragoza era, por qué no decirlo, una célula palurda en menesteres y estéticas rockeras, así que chocaba mucho chocar con ellos por la calle.


Tras el Concurso Municipal del 82, quedé con ellos en su cuartel general, un bar de la calle Juan José Rivas, en la acera de enfrente de la entonces famosa discoteca Babieca: intimidaban. Cuatro adolescentes que se bebían su estética y sus gustos musicales a caño abierto y pateaban furibundamente contra lo viejo pero también contra el soplo de novedad que llegaba desde Madrid. “Muerte a los modernos”, me gritó para el Heraldo Mauricio Aznar. Los cuatro hacían profesión de fe: “Esto es una forma de vida. Nosotros no nos disfrazamos para llegar a un grupo, es desde el grupo donde saltamos a la vida. Vives así, te peinas así, te vistes así, porque primero hay que ser rockero y después hacer rock'n'roll”.


Grabaron un single con tres canciones para el primer sello discográfico independiente local que llevó adelante el audaz Luis Linacero, Cara 2, y a finales del 84 se cansaron y reformularon sus principios musicales y hasta casi estéticos. Nacieron Más Birras con Miguel Mata (bajo) y Mauricio Aznar (voz y guitarra), ambos procedentes de los Zippers más Víctor Giménez (batería) y Mariano Ballesteros (saxo). Gabriel Sopeña se colocó en la recámara: no solo produce el primer disco sino que también hace coros, compone, toca la armónica y además toma el papel de voz solista en alguna que otra canción. Un excelente amigo de trabajo y farra.


Entre el 87 y el 92 grabaron los discos que recopila esta nueva reedición: dos singles, un maxi y dos minielepés para Grabaciones Interferencias y dos elepés para Pasión. Asimismo se recuperan las dos canciones –'Quiero beber' y 'Cervezas y cigarros'- que se incluyeron en el álbum recopilatorio 'Sangre española' así como dos bonus: una maqueta del 89 ('Una historia como ésta') y un descarte de las sesiones de 'Tierra quemada'; en concreto, 'Eso de pedir perdón'. Treinta y ocho canciones. En realidad, 37, toda vez que 'Voces de tango' aparece en la versión primigenia y en la que se hizo de nuevo para el álbum 'Tierra quemada'. Y una curiosidad para coleccionistas: 'El próximo eres tú', que cerraba el primer minielepé y que la recopilación de Linacero extrañamente dejó fuera. Curiosidad que esta edición aumenta al cambiarle el título por el 'El siguiente eres tú'.


En el libreto, en el que he tenido el gozo y el honor de participar, destripo todas estas grabaciones con las que Mas Birras perdió su apuesta por el rock'n'roll pero no así su valentía y aplomo para darle la vuelta al viejo rockabilly americano y ensartar una serie de piezas memorables, sensibles, inolvidables, llenando una época del pop zaragozano en la que los discos brillaban por su ausencia. Hasta entonces, ciñéndonos al pop y a los ochenta, en la ciudad únicamente habían grabado discos en formato grande (maxi o LP) la Curroplastic, Vam Cyborg y Vocoder. Al unísono, o un poco después, lo hicieron Dirección Prohibida, Pedro Botero y Combays. Los Héroes aún estaban en el congelador.


En el libreto se inserta también un largo y profundo artículo que el profesor Javier Aguirre escribió en 2002 sobre el grupo y sus discos con motivo de la edición de Linacero, así como una pildorita de Jesús Ordovás evocando el momento en que los oyentes del fenecido 'Diario Pop', de Radio 3, eligieron 'Al este del Moncayo' como mejor disco del año. Gráficamente, una meritoria profusión de fotos, servidas básicamente por Luis Linacero, enriquecen esta brillante edición que coloca a Mas Birras en un pedestal al que nunca subió pero que se mereció holgadamente.


Mauricio Aznar tuvo que cantar en la calle, trabajar en los billares del Tubo y dedicarse a labores varias para sobrevivir. No le fue bien con los Birras, pero aquello en 2000, según pude deducir una tarde que vino a mi casa, ya lo tenía asumido y olvidado. Entonces, su ocupación y preocupación era Almagato, el vehículo elegido para dar rienda suelta a su nuevo oficio de payador y su devoción por las chacareras y el folclore argentino. Ahí sí le dolía. Me confesó con mucha amargura y mala leche:


-No hay Dios que te contrate. El ayuntamiento pasa de mí. No me hacen ni puñetero caso. Y no te cuento lo de Pirineos Sur…, joder, tendré que ponerme un tanga senegalés y pintarme el cuerpo de negro a ver si me contratan. Un festival de 'músicas del mundo'…, ¿y qué hago yo?


Otra de esas muecas de hipocresía que se gastan por esta ciudad: meses después de su muerte, ocurrida en octubre de 2000, el ayuntamiento zaragozano, a la sazón en manos del PP, le hizo un gran tributo en la sala Multiusos. El mismo que meses antes le ninguneaba. ¡Ay!






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