El jardín como terapia

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Plantar una semilla, regar y esperar a la flor es un camino mental que trae paz, sosiego y felicidad


Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol", decía Martin Luther King. En su caso, la jardinería significaba esperanza. Para el pintor Claude Monet, su jardín era un símbolo de amor, pues en él depositaba sus ilusiones. Einstein decía que mirar en la naturaleza ayuda a comprender todo mejor, y el filósofo Rousseau, un apasionado de la botánica, decía que "hay siempre un libro abierto para todos los ojos: la naturaleza". Para cada uno, la relación con las plantas se traducía en un estado mental diferente. El cuidado de un jardín supone beneficios psicológicos:mejora el estado de ánimo, reduce los niveles de ansiedad, aumenta la autoestima al conseguir una recompensa por el esfuerzo, ayuda a desarrollar la paciencia, estimula la memoria... Pero también hay beneficios en el aspecto físico:mejora la mobilidad, coordinación y motricidad, potencia los órganos sensoriales... Y, por supuesto, están los beneficios en el área social, porque la jardinería ayuda a crear un círculo de amistades, es vehículo de integración para personas en riesgo de exclusión...


Con todas estas premisas, la jardinería se ha convertido en base para terapias, sobre todo en personas con trastornos físicos o psíquicos. En Atades, entidad de tutela y asistencia a discapacitados intelectuales en Aragón, "el huerto está dentro de las actividades socioeducativas o terapéuticas de nuestro centro ocupacionel, por los beneficios que supone para los usuarios", destaca Trini Zarazaga, psicopedagoga de Atades. En el Jardín de los Sentidos creado en Zaragoza, los usuarios pueden regar, sembrar, cuidar..., supervisados por Vicente Asensio, voluntario y usuario de Atades.


El creador de este precioso jardín es José Asensi, responsable del área de Jardinería de Gardeniers. El terreno del jardín consta de 2.500 metros cuadrados y fue cedido en precario por la empresa inmobiliaria Ebrosa a Atades. "En principio, su función era esparcimiento y entretenimiento, pero propusimos un diseño que permitiera utilizarlo para los talleres de jardinería y agricultura ecológica –destaca Asensi–. Por ello, hay un parterres adaptados, un huerto y un jardín. La idea fue dejarlo a medio hacer, para que se vaya completando con los talleres".


Nuestro propio rincón


¿Y cómo podemos nosotros tener en casa un espacio relajante, donde podamos sentir su influencia beneficiosa?Se puede aprovechar un pequeño rincón del balcón, una terraza, un jardín..., pero también una habitación del interior de la casa, una galería... "Solo hay que conocer las condiciones de luz, temperatura, calor o frío... Si sabemos eso, se pueden elegir plantas que crecerán a gusto en ese entorno", aconseja Asensi. Ese sería el primer paso; el segundo, establecer qué queremos hacer allí. Quizá leer, por ejemplo, y entonces nos gustará un rincón recogido, íntimo. O reunir a la familia en torno a la mesa, con lo que hará falta un espacio sombreado, amplio, agradable. "Ycompletarlo con elementos que relajen, por ejemplo una fuente. O un árbol, donde puedan descansar los pájaros...". Tenemos cinco sentidos, y podemos regalarles bienestar. Así que lo mejor es rodearnos de colores, de sonidos, de espacios cómodos, de sabores y de plantas aromáticas.

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