Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

El verdadero retorno discográfico de los Pixies, 25 años después

Fueron la punta de lanza del rock alternativo de los primeros 90 y, sin duda, profetas del grunge, antes de que Nirvana oficializara el género. Pixies, nacidos en 1986 en Boston bajo la dirección de Charles Thompson, y nombre artístico Black Francis, y con la controvertida Kim Deal en sus filas, hizo mella en el rock de finales de los ochenta y primeros noventa, algo desnortado e indefinidido tras el ajetreo nuevaolero de los ochenta, el tecno y la vuelta del rock de raíces con el llamado Nuevo Rock Americano. Una situación de incertidumbre que abonaba el terreno para nuevas propuestas rupturistas, para encarar el rock de forma distinta a como hasta entonces se venía entregando y masticando.


Pixies recurrieron a la crudeza, a las guitarras afiladas, a la producción espartana, a los textos crípticos, al grito y a la melodía, al postpunk y el surf, a la distorsión y el desgarro, a la contención y la explosión (base del grunge), al surrealismo sonoro y cinematográfico ('Debaser', tributo a Buñuel) así como a la ciencia ficción y la religión, lo que dio lugar a un rock nervioso, duro de pelar y digerir por momentos pero cargado de novedad, a unas canciones nada complacientes, rugosas y desabridas que pasaban del vértigo punk a una gema pop, a la búsqueda siempre de públicos exigentes, fuera de lo comercial.


Los cuatro álbumes que editaron con el sello 4AD –'Surfer Rosa' (1988), 'Doolite' (1989), 'Bossanova' (1990) y 'Trompe Le Monde' (1991)- figuran en la cima del rock aventurero, agresivo e influyente no solo en la explosión del rock alternativo de los noventa sino en el mismo grunge (Kurt Cobain era un devoto del grupo bostoniano hasta el punto que su mayor ilusión –según confesó- al abordar 'Smells Like Teen Spirit' fue “superar a los Pixies”).


Pese al éxito y reconocimiento por la prensa especializada de 'Surfer Rosa' y 'Doolite', 'Bossanova', que juega al despiste geográfico (nada que ver con cualquier son brasileño), es, de los cuatro álbumes, el más compacto y elaborado, el más directo, con piezas que la tropa indie enseguida colocó en el altar, sobre todo las tres primeras (la instrumental surfera 'Cecilia Ann', la rasposa 'Rock Music' y la popy 'Velouria', con sorprendentes efectos de theremin). A su sombra, alargada por los maravillosos Throwing Muses, desfiló toda la patrulla de grupos alternativos del boom de los 90, desde Sebadoah a Pavement o los mismos Radiohead (admiradores suyos).


Las diferencias entre Black y Kim Deal, que alumbraría a las pujantes Breeders, acabaron con Pixies en 1993. Mas una década después se reunieron de nuevo aunque no fue hasta 2014 en que apareció un nuevo álbum, si bien era un irregular recopilatorio de tres epés, por lo que ha sido ahora cuando realmente se ha producido el verdadero retorno discográfico de los Pixies con la edición reciente del álbum 'Head Carrier', un disco en el que la argentina Paz Lenchantin ha reemplazado a Kim Deal, definitivamente perdida, según sugieren sus colegas, por culpa del alcoholismo y su duro carácter. Nada extraña que el disco destile un cierto aire a Jesus & Mary Chain. Black Francis era un devoto de la banda de los hermanos Reid y en 'Trompe Le Monde' hicieron una calurosa versión de su 'Head On'.


No es un disco que eclipse el pasado, pero tal y como están los tiempos –¡leñe lo que cuesta dar con un buen disco de un grupo nuevo!-, es un gran disco de 'rock melódico', el primero se diría en el que los Pixies resultan tarareables –ahí está la canción titular- aunque se desboquen en 'Um Chaga Lagga' y en 'Baal's Back' estalle un petardazo de voz cavernosa propia del metal, rasgo que, aun inédito en su discografía, es más anecdótico que otra cosa. Seguramente la entrada en la cincuentena de sus componentes, excepto la nueva bajista, que por cierto tiene casi más presencia vocal que la misma Deal, les haya convertido en más reposados y asequibles.


En tiempos se hablaría de 'retorno de dinosaurios'. Hoy, con el rock asentado como hecho de masas y no generacional, de retorno de un grupo con el que es posible disfrutar de buen rock melódico. Que no es poco.


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