Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

Bowie va a la discoteca

Como artista grande y veterano del rock, ya su discografía era un filón para explotar, y así ha sido permanentemente. Mas la muerte, ya se sabe, engrandece el aura, despertando las ansias depredadoras de los fans y hasta, se diría, la avaricia de las discográficas. Así que otra nueva exhumación del catálogo ducal.


Y nada de una pildorita. A lo bestia. Una caja –'Who Can I Be Now? (1974-1976)'- con doce cedés centrados en su época americana, quizá la menos conocida y hasta minusvalorada. Época en que Bowie, pálido y anegado en cocaína, hizo de pre-Tony Manero, de discotequero neoyorquino, con una trilogía en la que se impuso el soul y el funk, otro de los muchos trajes que lució. Nada nuevo realmente, pero adelanto del luego fangoso sonido disco, que en esto de anunciar modas y estilos a Bowie no le fallaba su ojo azul.


Tres años en los que, tras grabar 'Diamond Dogs', enterrando discretamente el glam-rock y coqueteando con el sonido 'Hot Buttered Soul', de Isaac Hayes (oígase la canción '1984'), se trasladó a Estados Unidos para girar con este álbum y se quedó fascinado con la música soul americana, alumbrando a continuación dos álbumes de color negroide: 'Young Americans' y 'Station to Station'.


La caja contiene estos tres discos: 'Diamond Dogs' (1974), 'Young Americans' (1975) y 'Station to Station' (1976), en versiones pareadas (una masterizada y otra remezclada), añadiendo el directo 'David Live' (1974) remasterizado, así como otro obtenido de una actuación en el Nassau Coliseum, en 1976, además de una recopilación de singles y caras B que se ha denominado 'Re:Call 2'.


Pero junto a ello, la golosina mayor para completistas y fans compulsivos: un álbum inédito (es un decir) en el que se recogen tomas diferentes de algunas de las canciones que grabó en aquella época. En realidad, un disco fallido, grabado pero no editado al cruzarse en su camino John Lennon, aunque sus siete canciones, de una forma u otra, ya habían aparecido en distintas ediciones, solo que ahora se han tratado con el rigor y la limpieza que la técnica y la ocasión requería. Faltaría más. El álbum lleva el título de 'The Gouster', en recuerdo de una palabra que Bowie “usaba como un código de la vestimenta que llevaban los adolescentes afroamericanos en los años sesenta", según el productor Tony Visconti.


Sonido negro en su vertiente disco ('soul plástico', le llamaba Bowie), especialmente en ese 'John, I'm Only Dancing (Again)', que no es sino la versión adelantada, y más dinámica y discotequera, de 'Young Americans', incluida en recopilaciones posteriores, pero sobre todo lo que muestra es a un Bowie zambulliéndose en el baladismo soul, envuelto en metales y coros gospel femeninos. No está mal.


Otra cosa es si merece la pena gastarse los 150 euros que vale la caja en cuestión en su versión digital (300 en vinilo) para volver a comprar lo mismo con diferente envoltura. Mas para eso está el coleccionismo, la fiebre y el fetichismo, más si se apuesta por la versión en vinilo. Y si no el catecumenado de jóvenes novicios interesados en la vida discográfica del Duque. Una canción como 'Wild Is The Wind', fuera por cierto de los parámetros funky-soul de la época aunque cierra 'Station To Station', es un 'joyón' de muchos quilates. Por no esquinar, dos grandes hits de aquellos años: 'Rebel Rebel', de Diamond Dogs', y 'Fame' de 'Young Americans'. Ustedes verán.


Yo, personalmente, lo que más he ganado ha sido la recuperación de aquel doble 'David Live', del 74 que, maldita la gracia, qué horrorosamente mal sonaba en vinilo cuando salió en España. Casi me hizo aborrecer a Bowie. No lo había vuelto a escuchar desde entonces. Figuraba en mi memoria de compras fallida. Ahora suena espectacular.

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