Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

Richard Hawley, el 'crooner' moderno ha vuelto

No olvidaré jamás los dos conciertos seguidos de Bruce Springsteen que hace más de 25 años, durante la gira de 'Tunnel Of Love', disfruté en Sheffield. Pero no es del Boss (ya está aquí el pesado de Uribe con el Boss, tranqui) de quien quiero ocuparme, sino de Sheffield y de uno de sus creadores más sensibles y se diría que anacrónicos en tiempos de ruido y vulgaridades a chorros, es decir, de Richard Hawley.


En 2012, a raíz de la publicación de su brillante 'Standing At The Edge's Sky', ya le dediqué una entrada en este blog, escrutando someramente su camino discográfico y su estancia en Pulp. No es cuestión pues de repetirse, sino simplemente de hacer una nueva llamada a aquellos que degusten del pop sensible y bien acabado para que acudan de nuevo (o por vez primera) a la casa de Hawley, cuyo reciente nuevo disco, el octavo de su carrera, es otro traje de terciopelo.


Algo que me chocó en los dos conciertos a los que me refería anteriormente de Springsteen en Sheffield fue el aspecto del personal: tripas cerverceras, tatuajes, gorras, grandes bíceps asomando con estrechura por las mangas de las camisetas.., todo un verdadero paisaje 'working class' que contrastaba con el relamido paisaje, por ejemplo, que antes encontré en Nueva York ('posh audience'). Nada, por otra parte, extraño: estaba en la ciudad del acero, en una de las ciudades industriales por antonomasia del norte de Inglaterra, por cierto, la de Joe Cocker, Human League, Pulp o Artic Monkeys, entre otros.


Pero no por ello, fea y destartalada, aunque Orwell la calificara como una de las ciudades más sucias del mundo. El 'downtown', con el precioso edificio del ayuntamiento y su silencio dominguero, resulta de lo más atractivo, pero a las afueras hay tal cantidad de bosque que convierten a la ciudad del acero en la ciudad con más árboles por habitante de Europa. Paradójico.


De esta paradoja fue consciente Hawley cuando, a raíz de una operación, tras romperse una pierna en Barcelona, empezó a andar por las afueras para ejercitar la pierna rota. Y de sus paseos y de sus meditaciones entre árboles le salieron las once canciones que pueblan su nuevo disco, 'Hollow Meadows'. Naturalmente bucólico y pausado como los anteriores pero ahora más simple, sin grandes orquestaciones, pero de nuevo con unas melodías radiantes y un tono tristón y romántico marca de la casa.


Y pese a ello, sin melosidades cursis ni añosas, con efectos y arreglos, como en los discos previos, que le dan un toque muy actual. Para mi gusto, la canción estrella es 'Sometimes I Feel', con coros femeninos que la enraízan con Leonard Cohen. Una preciosidad. El 'crooner' moderno ha vuelto. Con la pierna rota pero con la sensibilidad más compuesta que una dama victoriana.

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