Los árboles también tienen memoria

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El tronco guarda información de años lluviosos y alimento de la tierra, pero también de aludes, incendios y crecidas de ríos


Hasta el día 24 puede visitarse en el centro territorial de meteorología de Aragón (paseo del Canal, 17, en Zaragoza) la exposición 'La memoria de los árboles', una curiosa muestra que explica los registros de información de la madera y cómo los expertos pueden extraer pistas para conocer el clima del pasado, la presencia de plagas, el efecto de la acción humana o incluso los accidentes naturales que han tenido lugar en la zona, como incendios, aludes, inundaciones o corrimiento de tierras. "Que los troncos guardan información lo sabemos, quién no ha contado los anillos en un tronco y ha calculado así la edad de un árbol. Pero la memoria de los árboles va más allá y nos ayudan incluso a aconsejar si es razonable construir una infraestructura o urbanizar un terreno, por el alto riesgo de que existan accidentes naturales", destaca el naturalista Miguel Ortega, comisario de la exposición.


El estudioso de esa información que guardan los troncos es el dendrocronólogo, y para obtener la madera sin dañar el árbol utiliza una barrena que apenas deja un pequeño agujero que después se puede tapar fácilmente. Para obtener aún más datos, los responsables de la exposicion recorrieron amplias zonas de Aragón para buscar árboles caídos, troncos abandonados o incluso pedir ayuda a los lugareños, para tomar muestras de sus leñeras.


Troncos con sorpresa


Gracias a la dendrocronología se pueden derribar falsos mitos, como la idea de que la Península está plagada de árboles milenarios. "Cuando vemos un enorme ejemplar solemos creer que tiene más de un milenio de edad, pero apenas hay árboles milenarios en la Península. Tenemos constancia de un pino de unos 700 años en Lérida, y de otro ejemplar de más de 600 años en Ansó. Solo hay algunos árboles que rozan el milenio en sierras andaluzas. Y eso es porque la Península ha estado muy poblada desde hace muchos siglos, y en todo ese tiempo se ha aprovechado la madera o se han retirado bosques para el pastoreo. Solo quedan ejemplares tan longevos en las zonas más remotas, donde el hombre tenía difícil su aprovechamiento", señala Ortega.


Con el ancho de los anillos se sabe si el año ha sido lluvioso. Cuanto mayor sea el grosor, más recursos ha tenido el árbol para hacer crecer el tronco. "Para ello se toman muestras de unos diez o doce árboles de la misma zona, porque un solo ejemplar puede dar información inconclusa. Si el propietario del árbol podó parte de sus ramas para leña, por mucha lluvia que cayera el árbol dedicará todo su esfuerzo a hacer crecer la parte superior y no el tronco". Y también las heridas y cicatrices pueden aportar importantes datos. "En el interior se puede apreciar cómo el crecimiento en un momento determinado fue solo en una dirección. Eso quiere decir que el árbol ha estado inclinado un tiempo. Si ese tronco está junto a un río o en alta montaña, se deduce que se vio afectado por una riada o bien por un alud". La cicatriz puede haber sido originada por un fuego, y si es periódica (se repite en un mismo tronco), advierte de que esa zona es de alto riesgo de incendios. Un madroño analizado por Ortega mostraba heridas de incendios a lo largo de décadas.


Una información vital


Esa información se hace siempre pública, pero Ortega reconoce que no siempre se escucha la voz de la razón. "La gente quiere su chalé junto al río, o con un balcón que dé a un amplio pinar. Obien se traza una infraestructura sin atender al riesgo que tiene un terreno. Los árboles tienen esa información valiosa, pero también el conjunto de plantas". El científico aragonés Pedro Montserrat encontró en los ochenta en un terreno en Biescas la presencia de una planta, y advirtió de que solo crece en lechos torrentosos. Cuando se planeó la construcción de un cámping, alertó del peligro, pero nadie le escuchó. En 1994 la tragedia del cámping de Biescas, arrasado por una riada, costó 87 muertes y 183 heridos. Para más información, consulte el blog de Miguel Ortega: territorioinquieto. blogspot.com.es

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