Blog - Los desastres de la guerra

por Gervasio Sánchez

Mito o verdad en cada piedra

Tumba de Agamenon
Tumba de Agamenon

VIAJE EN COCHE DESDE ZARAGOZA A GRECIA ATRAVESANDO LOS BALCANES (17)


Micenas (Grecia)


Creo que Peloponeso es la extensión territorial compacta con la historia milenaria más fascinante de todo el mundo. Quizá podría competir con Egipto e Irán con territorios más vastos.


En apenas 21.549 kilómetros cuadrados, una extensión similar a la de El Salvador, algo más pequeña que la de Ruanda o la mitad que Suiza, se ha desarrollado varias de las civilizaciones más impresionantes de la historia como la micénica o la espartana o ciudades como Olimpia cuyos orígenes se remontan a hace 3.000 años o Argos, la más antigua de Grecia. El propio Hércules pasó por la ciudad para librarla de la hidra de las mil cabezas o para estrangular al león de Nemea no muy lejos de Argos.


Puente del Río-Antírio de más de dos kilómetros de longitud. Fotografía de Gervasio Sánchez


Peloponeso ha sido poblada desde hace 4.500 años por egeos, anatolios, jonios y aqueos. Los espartanos ya era una fuerza de combate espectacular hace 2.600 años. También fue colonizada por macedonios, romanos, eslavos, bizantinos, otomanos, venecianos y cruzados.


Ni en un mes se podría ver todas las ruinas de Peloponeso, las más mediáticas y las ya olvidadas como las de Elis, capital del reino de Élide, o el palacio de Néstor, el mítico héroe que participó en el viaje de los argonautas y luchó en la guerra de Troya, que será reabierto el año que viene.


Entro en Peloponeso por su espectacular puente del Río-Antírio. Desde el 7 agosto de 2004 este puente evita tener que coger un transbordador. La única alternativa terrestre hasta entonces era Corinto, en su orilla noreste.


Hay que pagar 13,20 euros para atravesar sus 2.252 metros de distancia, pero vale la pena admirar las interioridades de esta proeza arquitectónica mientras se circula a 40 kilómetros por hora.


No me parece, en cambio, justo pagar 2,50 euros al inicio de una autovía inexistente que supuestamente (lo dice el mapa) une la localidad de Patras con Corinto. Me sorprende que primero se marquen las autovías en los mapas y después se empiecen las obras.


Obras paralizadas o donde se trabaja a un ritmo tan cansino y con tan escasa obra de mano que es posible que la construcción de la autovía dure más que las guerras médicas contra los persas.


Canal de Corintio. Fotografía de Gervasio Sánchez


La mayoría de los turistas no visitan Corintio para recordar su tumultuosa historia sino para hacerse la foto a la japonesa (llegar, disparar la foto o esa cosa llamada selfi y marcharse en apenas un minuto) en el espectacular Canal que comunica los mares Jónico y Egeo.


Aunque la idea fluyó en la cabeza de un tirano local hace 2.700 años, no se construyó hasta finales del siglo XIX. Abierto en la roca tiene una anchura de 23 metros de ancho y seis kilómetros de largo.


Las ruinas de Corintio son interesantes. Destaca un templo de Apolo de estilo dórico, un ágora y un teatro. El Acrocorinto es un peñasco coronado por una fortaleza que empezaron a construir los romanos y que albergaron a soldados de todas las invasiones que sufrió la ciudad. Las vistas son espectaculares cuando se alcanza la cima más alta donde existió un templo de Afrodita.


Decepciona mucho Argos. Me recuerda Zaragoza, una ciudad con la historia milenaria enterrada debajo de los edificios insustanciales (salvo excepciones) actuales. Estamos ante una de las ciudades más antiguas del mundo habitada hace 6.000 años que tuvo un gran poder durante el imperio micénico. Y una parte de su historia ha sido borrada por la falta de sensibilidad urbanística.


Puerta de los Leones de Micenas. Fotografía de Gervasio Sánchez


En pocos kilómetros hay dos grandes ciudadelas micénicas, la poca visitada Tirinto a pesar de su gran interés cuyos muros de trece metros de altura y siete metros de espesor fueron construidos por los cíclopes, según la mitología griega, y Micenas, donde cada día recibe a miles de turistas llegados desde Atenas en viajes organizados.


Visité Micenas hace 35 años, en octubre de 1980. Fue uno de los platos fuertes de aquel viaje iniciático, el primero de mi vida. La entrada en la fortaleza por la puerta de los Leones me dejó un recuerdo inolvidable.


Hoy me sigue emocionando. La ascensión al palacio de Agamenón es dura bajo el sol del mediodía, pero vale la pena recorrer los mismos lugares en los que vivieron los héroes de Homero que lucharon en guerras como la de Troya hace 3.300 años.


Muy cerca de la fortaleza está el llamado Tesoro de Atreo, también conocida como Tumba de Atreo y Tumba de Agamenón, la más grande que existe en Grecia y que se cree que perteneció a uno de los dos reyes micénicos, que eran padre e hijo.


Tumba de Atreo o de Agamenón. Fotografía de Gervasio Sánchez


En su interior hay dos cámaras, algo inaudito en las tumbas de Grecia. Se cree que la tumba principal no estaba acabada cuando el rey murió repentinamente y tuvo que ser enterrado en un aposento funerario temporal hasta que se finalizó su mastodóntico mausoleo.


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