Blog - Los desastres de la guerra

por Gervasio Sánchez

Byron en Grecia

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VIAJE EN COCHE DESDE ZARAGOZA A GRECIA ATRAVESANDO LOS BALCANES (15)


Cabo Sunion (Grecia)


Es domingo por la noche, no muy de noche pero ya ha oscurecido. Ni siquiera son las diez. La plaza Omonia de Atenas es un carrusel de inmigrantes que buscan. ¿Qué buscan? ¿Dónde dormir? ¿Dónde cenar algo caliente? ¿Dónde esconderse? ¿Dónde huir?


Me fijo en una familia siria formada por una pareja y dos niños tan pequeños que se pierden entre las piernas de los adultos. Caminan rápido sin rumbo fijo. Dos jóvenes los interceptan. Parece que su oficio es cazar inmigrantes perdidos y convencerlos de que los acompañen. Quizá conocen un lugar para descansar y aprovisionarse. Y reciban por ello unas monedas. Quizá les quieran engañar para quitarles lo poco que les queda.


Siempre el negocio de la miseria. El negocio de los pobres que estrujan y rematan a los más pobres mientras los ricos se promocionan unos a otros. ¿Por qué las mafias aparecen en el caos de la guerra y la desesperación?


Vista desde Cabo Sunion. Fotografía de Gervasio Sánchez


Los jóvenes lo han intentado pero no han convencido a la familia siria. Se van en sentido contrario. Me fijo en ellos hasta que se convierten en un pequeño punto que desaparece de la línea de mi mirada.


Me siento testigo del desastre de la historia y me deprimo. Mis vacaciones coinciden con su éxodo, compiten con la fragilidad de esta familia siria, de tantas familias de tantos lugares difíciles de pronunciar y fáciles de olvidar, de tantos desastres humanos que se asoman al abismo de la historia en tantos países.


Me he desviado de la calle donde está mi hotel. Se me han liado las calles en mi cabeza y me he perdido durante unos minutos. Estoy a tres calles de una de las plazas más importantes de Atenas, pero apenas hay luz y todos los negocios están cerrados. No puedo ni leer los letreros de las calles. Cuánta suciedad se acumula a las espaldas de los turistas que nunca ven lo que esconden los lugares oscuros aunque transiten a pocas calles de distancia.


¿Es posible que Atenas, la capital de uno de los países más fascinantes de la historia, enmudezca unas calles más allá de Omonia, una de sus plazas más céntricas? Sí ocurre: la ciudad se convierte en un agujero negro sin que nadie repare en ello.


Templo de Poseidón en Cabo Sunion. Fotografía de Gervasio Sánchez


El viaje continúa hasta el cabo de Sunion, a 70 kilómetros de Atenas, donde hace 2.500 años se construyó el templo de Poseidón, unos de los monumentos más fascinantes de la antigua Grecia, sobre un saliente rocoso a 65 metros del mar.


Sólo se conservan 18 columnas de las 42 originales, pero sigue siendo un lugar inolvidable. En una columna se puede leer el nombre de Lord Byron, un enamorado de Grecia, aunque nadie puede asegurar si fue él mismo quien lo esculpió.


Sí, en cambio, dejó unos bellos versos sobre sus sentimientos más profundos durante la visita a este templo en su obra maestra Don Juan: “Llevadme a la pendiente de mármol de Sunion donde nadie salvo yo mismo y las olas, pueda oír nuestros mutuos murmullos”.


Sus últimos meses de vida los pasó en Grecia apoyando económicamente y como combatiente la lucha de independencia del país que formaba parte del Imperio otomano. Murió el 19 de abril de 1824 de fiebres palúdicas en la ciudad griega de Messolongi y el gobierno decretó 21 días de luto. Su cuerpo embalsamado fue enviado a Inglaterra, pero su corazón fue enterrado en el jardín de los Héroes de la ciudad griega bajo una estatua propia.


En la columna central Lord Byron escribió su nombre aunque no se ha podido autentificar. Fotografía de Gervasio Sánchez


Byron creció pronto, vivió rápido, murió joven a los 36 años y su agonía fue inmortalizada por el pintor Joseph-Denis Odevaere en una obra que se puede ver en el Groeninge Museum de Brujas.


Un suburbio de Atenas fue llamado Vyronia en su honor y muchas ciudades griegas tienen calles con su nombre. El nombre Vyronas (Byron en griego) es muy común entre los griegos.

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