Blog - Los desastres de la guerra

por Gervasio Sánchez

Gracanica, el fortín de los serbios

KOS 34
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VIAJE EN COCHE DESDE ZARAGOZA A GRECIA ATRAVESANDO LOS BALCANES (5)




GRACANICA, EL FORTÍN DE LOS SERBIOS


Gracanica (Kosovo)


¿Quién me iba a decir que un día correría a 130 kilómetros por una excelente autopista entre Prizren y Pristina y tardaría apenas 40 minutos en viajar entre ambas ciudades kosovares? Todavía recuerdo el trayecto de unos 90 kilómetros con un tráfico infernal por una carretera mareante de curvas que te impedía ir a más de 40 kilómetros y que te obligaba a dedicar dos horas y media en hacer el recorrido.


Incluso la capital Pristina, que compite en fealdad en los Balcanes con Podgorica, la capital de Montenegro, ha modernizado sus comercios y ha peatonalizado el centro urbano. Da gusto pasear entre agradables cafés y buscar la sombra mientras se saborea un buen helado. Sólo hay un edificio que no ha cambiado y que te retrotrae al pasado gris y violento: el Gran Hotel, con una arquitectura decimonónica y una recepción oscura y cutre. El hotel favorito de los grupos paramilitares serbios más feroces.


Funeral de policía serbio asesinado por la guerrilla albanokosovar en julio de 1998. Fotografía de Gervasio Sánchez


La declaración de independencia de Kosovo se promulgó el 17 de febrero de 2008. Todos los parlamentarios albanokosovares votaron a favor mientras que los once representantes de la minoría serbia boicotearon el proceso separatista.


Al día siguiente siete estados (Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Turquía, Albania, Afganistán y Costa Rica) reconocieron la independencia. Hasta ahora 108 países de los 193 que tienen representación en la ONU han establecido relaciones diplomáticas y han reconocido al nuevo país. El último ha sido Antigua y Barbuda, hace dos meses.


Serbia se ha negado y considera el territorio kosovar como parte de sus fronteras históricas. Hay un control de viajeros  y de equipaje a la entrada de Serbia, pero no sellan los pasaportes. Tampoco España lo ha reconocido. Ni Rusia, China, India, Brasil, México, Argentina o Grecia.


La población civil serbia ha pagado un alto precio. Apenas quedan unos 100.000 serbios en todo Kosovo, un tercio de los que habían en 1999 cuando la OTAN bombardeó Serbia y obligó a Milosevic a retirar a sus militares y paramilitares de Kosovo.


Civiles serbios abandonan sus casas en Prizren en junio de 1999 por miedo a las represalias albanokosovares. Fotografía de Gervasio Sánchez


El mismo día que los uniformados abandonaron Kosovo empezó el éxodo de la población civil serbia. En junio de 1999 pude ver y fotografiar en Prizren a familias serbias que abandonaban sus hogares quizá para siempre. En sus rostros sólo había miedo y deseo de superar lo antes posible la pesadilla que estaban sufriendo.


Al día siguiente, la guerrilla kosovar ocupó la ciudad y muchas casas de serbios ardieron. La espiral de venganza empezó muy rápido. Y siguió en los años posteriores. La limpieza étnica iniciada por los radicales serbios teledirigidos desde Belgrado por Slobodan Milosevic, que sólo la muerte le salvó de pasar el resto de su vida encarcelado en La Haya, dio paso a la brutal limpieza étnica de los albanokosovares.


Casas serbias ardiendo mientras la población huye en junio de 1999. Fotografía de Gervasio Sánchez


Antes de la guerra había 9.000 serbios en Prizren. Hoy quedan apenas un puñado, la mayoría religiosos ortodoxos, atrincherados en iglesias y monasterios, algunos construidos hace más de mil años, vigilados permanentemente por soldados internacionales y policías kosovares.


El monasterio de Gracanica, a apenas ocho kilómetros de Pristina, es el principal centro espiritual, político y bastión de los serbios de Kosovo. Centenares de banderas serbias están situadas a lo largo de varios kilómetros de carretera y el cirílico es usado en todos los negocios y cafés. Es la última trinchera que le quedan en esta parte del país.


El 28 de junio de 1998 me acerqué a este monasterio. Se conmemoraba el 609 aniversario de la derrota del último estado serbio sepultado en un impresionante baño de sangre por el poderoso ejército otomano. Apenas había 300 serbios cabizbajos y conscientes de que todo se desmoronaba.


Religiosos ortodoxos celebran una misa el 28 de junio de 1998 en el monasterio en Gracanica. Fotografía de Gervasio Sánchez


Nueve años antes, en 1989, Slobodan Milosevic había llegado a este mismo lugar como el gran líder serbio dispuesto a vengar la derrota histórica y había hablado ante un millón de fervientes partidarios. La inmensa mayoría visitaba Kosovo por primera vez en su vida.


Kosovo tiene problemas económicos tan acuciantes que las tensiones étnicas entre albaneses y serbios comienzan a suavizarse. Ya ha habido acuerdos para mantener el contacto permanente entre ambas comunidades que viven en un estado fallido, corrupto, con un 55% de jóvenes en paro, y con decenas de miles de kosovares, albaneses y serbios, intentando alcanzar el supuesto paraíso occidental donde se gana salarios muy superiores a los que se pagan en este país. Algunos centenares de kosovares han dado un salto más peligroso y se han unido a las filas yihadistas de Irak y Siria.

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