Se han puesto de moda los cultivos en áticos, y hay restaurantes de prestigio que compran sus verduras en estos planteles. Es sencillo convertir un espacio gris en un vergel, solo hace falta agua, tierra y paciencia

Ahora resulta que estamos de moda. Ya hace meses que los 'hipsters' se pusieron guantes de jardinero y se las dieron de amantes de lo verde, pero esta semana se supo que un hortelano que dispone de un huerto urbano en una azotea de Madrid vende sus productos a restaurantes galardonados con estrellas Michelin. Desconocemos por qué esos restaurantes prefieren verduras cultivadas en el centro de una ciudad famosa por su polución en lugar de recurrir a la huerta aragonesa, pero las tendencias son así: enigmáticas.

Las modas, de todos modos, vienen y van. Seguramente, en un par de años esas mismas personas tendrán un gallinero o incluso una piscifactoría en lugar de ese huerto, pero los que llevamos la jardinería en el corazón respetamos el famoso refrán japonés: "Si quieres ser feliz toda tu vida, cultiva tu propio huerto". Y para ello no hay rincón que resulte inapropiado, siempre que tenga mucho sol y esté al resguardo del viento. Puede ser la azotea, pero también un balcón, o incluso el alféizar de una ventana. La reconversión de espacios verdes y semiabandonados en huertos urbanos ha llevado en países como Reino Unido a transformar jardineras en plena calle en auténticos vergeles de verduras.

¿Qué necesitamos?

Por supuesto, lo primero que requiere un huerto, además de tierra, es agua. La azotea ha de tener un grifo al que se pueda colocar un programador de riego por goteo. Si disponemos de grifo, el resto es fácil de conseguir: una buena cantidad de recipientes. Venden ahora en grandes viveros unas estructuras de madera, ya divididas en diversos cuadrados, que son perfectas para el cultivo. También son muy cómodos los sacos para huerto: bolsas que se llenan de tierra y se aprovechan en verano, pero que se pueden guardar después en un trastero en invierno.

¿Cuánto dinero costará?

Depende de los contenedores que pongamos y de si ya tenemos el riego. Un programador y un sistema de riego cuestan unos 80 euros. La estructura de madera es de unos 100 euros, mientras que los sacos apenas cuestan 20. La tierra es más cara (no vale traer tierra del campo, porque pesa mucho y no es adecuada), cada saco supone 8 euros y harán falta por lo menos 20 sacos para llenar esa estructura de madera. La buena noticia es que una vez hayamos hecho el desembolso, ya no tendremos que hacerlo las siguientes temporadas.

¿Qué problemas surgirán?

Lo bueno de un huerto urbano es que no hay que preocuparse tanto ni de las malas hierbas ni de plagas de topos o roedores. No hay cañas difíciles de eliminar, la tierra está blanda... La mala noticia es que las plantas no crecen igual en contenedor que en el campo. Los tomates pueden enfermar, las lechugas prosperan con dificultad... pero otras plantas como borraja, calabacines, pepinos o acelga se dan muy bien y se consiguen buenos resultados.