Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

El disco, camino de la extinción

Ando un poco mosca, con la incertidumbre encima, sobre el futuro del disco. Yo que tenía clara su larga pervivencia… Semanas atrás, en este blog, en la entrada 'Contra el cabreo colectivo: sweet soul music', comentábamos en apasionada tertulia el fervor de algunos melómanos por los discos físicos… “Me has alegrado el puente, Matías! Me has pillado un poco mustio por los cabreos sociales y aunque no tengo tan excelente colección, he recuperado a Booker T y a los Bar-Kays de mi fondo de vinilos y no veas que alegría tan desbordante”, escribía tónico, en tanto que apática smith resumía la queja proverbial de cualquier discómano: “No caen más discos porque mi economía no lo permite”. Es cierto que los discos están más baratos que nunca, que una tienda de Internet, como ya he comentado en alguna ocasión, ofrece gangas irresistibles…, pero el presupuesto siempre tiene un punto de quiebra. En esas estábamos, poco menos que salivando con nuestras colecciones de vinilos y cedés, cuando entró un mensaje con una pregunta tan simple como endemoniada y profética:


-¿Ustedes no conocen Spotify?


Todavía esta pregunta sigue silbando en mi cerebro como el ruido de una daga cortando el aire. En tan solo cuatro palabras, el autor de la pregunta, sgm, seccionaba ipsofacto la cabeza al pasado y al presente y nos metía en el cuerpo del futuro. He defendido a ultranza la supervivencia del disco físico, porque creo, o he creído, que hay un montón de gente que lo venera (veneramos), que le apasiona palparlo, olerlo, escudriñar los créditos, almacenarlo en la estantería…, pero esta pregunta me tiene todavía descolocado. Porque ¿qué tipo de gente es esta que venera el disco físico, sea vinilo o cedé?


Me temo que estamos en los albores de un nuevo tiempo en el que, en efecto, Spotify y sus satélites, desde el pionero iTtunes al recién llegado Deezer o el inminente Google Music, marcarán el futuro. El disco físico avanza inexorablemente hacia su desaparición o a convertirse en un fetiche para fanáticos.


Los síntomas principales: hay una generación actual de adolescentes que ya no compra discos, que carga sus mp3 y sus artilugios tecnológicos de forma gratuita en Internet. Hay otra generación posterior, de 20-30 años, que, por lo que se percibe, tampoco compra discos: o los baja o, si hay posibles, paga un bono en Spotify y de esa manera tiene a su disposición toda una inmensa discoteca rodante para espigarla en cualquier momento y lugar. ¿No es esta una opción comodísima y gigante frente al peso físico e inamovible, y aún así exiguo en oferta, de la típica colección casera de cedés?


Si esta tendencia generacional continúa, basta con que corran dos o tres generaciones para que se consume la triste y definitiva extinción del antaño objeto de culto. ¿O es que los adolescentes que hoy no compran discos, los van a comprar cuando tengan treinta años? ¿O los de 20-30 que hoy se pueden permitir pagar un bono en Spotify los van a comprar en el futuro? Me temo que la gente que compra discos habitualmente es gente, digamos, mayor, gente de los treinta y tantos para arriba. Lo que significa, o es mi sospecha, que el disco físico va camino de su desaparición. Ojalá me equivoque y esté viendo la realidad presente y futura en alucinógenos colores, pero vaya con la endemoniada preguntita del amigo sgm.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión