Blog - Al Alba

por Mariano Gistaín

Grado cero

El gobierno ha desaparecido. Ya estaba desaparecido, pero ahora ha llegado al grado cero: ya no está. Tiene avatares que hablan en su nombre, pero son virtuales, ectoplasmas de segundo nivel. Es un prodigio.


Nos ha convencido de que es un ejecutor vacío, un programilla de gestión.


Al fin estamos solos. El Estado es su inercia. Algún recorte añadido llega cada día desde alguna remota página del BOE.


Desaparición y datos falsos. Cualquier cifra recalentada o inventada sirve para el dogma, cuya esencia es variable.


La guía aproximada para manejarse en este cúmulo de laberintos intercambiables es El castillo de Kafka, que podría ser una marca de ropa.


Al igual que las órdenes, las cosas también llegan de fábricas invisibles: solo sabemos algo de ellas cuando se incendian y perecen 400 personas.


Es un nuevo mundo, ha llegado. Su condición es cuántica: si lo miras, cambia. Muta delante de ti.


Pronto olvidaremos también sus nombres, que quedarán como recuerdos difusos. Una palabra -troika- emite alguna realidad. Pero podría ser otra. Nada significa nada en especial.


Anclados en el limbo de la espera, nos cuesta ponernos a inventar lo nuevo. Preferimos que nos piensen, que nos sigan dictando las instrucciones. Pero no hay nadie, solo unas máquinas apostando.




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Hay gobiernos regionales o locales que todavía insisten en existir y manifestarse a la antigua; es decir, como anteayer (antes de la rueda de prensa del 26 de abril de 2013). No hay directrices ni estrategia sobre esta desaparición gubernativa, que quizá es fruto del azar, la impotencia u otros fenómenos globales. Al no estar regulado, muchas instituciones no saben cómo actuar. O cómo dejar de actuar. No hay libro de estilo de Houdini.