Blog - Al Alba

por Mariano Gistaín

Gran discurso que se llevó el viento

Modelo de discurso. Se identifica con el pueblo: nosotros el pueblo. Todo OK. Aplomo, sencillez, humildad, firmeza.


Obama ha dado la nota mundial. Los colores, las cortinas, las banderas, la escenografía. Todo brilla en la ceremonia, pero especialmente la gente, que acude por propia decisión. Esas multitudes van a ver a Obama libremente. Guiños a hispanos, gays, negros, mujeres, inmigrantes. Invocación de las frases fundacionales. Todos somos iguales. Seguro médico, no dejar a nadie desamparado. Libertad, innovación. Firmeza sin guerras, todos amigos. Es un bonito programa. Comunismo liberal. Utopía sin mencionar esa palabra. Un discurso ideal.


¡Tuit tuit Hurra!


Aparentemente Obama no leyó ni una línea. Si leyó, lo hizo muy bien. ¿Dónde estaba el texto? ¿En pantallas que no se incluyeron en las tomas en directo? ¿Pinganillo subcutáneo? ¿Wifi cerebral? ¿De memoria? Esto hay que saberlo. Para copiarlo.


Discurso guay. La realidad es más áspera. Quizá Obama reina pero no gobierna, quizá su peso es simbólico. Porque  discursos maravillosos ya ha lanzado unos cuantos, pero  luego no hay manera de pasar a los hechos. Los hechos están en el cuchitril de Davos.


Segunda era Obama. Apple, Google, Amazon, Facebook. Drones, bancos, Guantánamo, guerras a distancia y mucho fracking. Y la confesión de Lance Armstrong. 


Para que el fantástico discurso cogiera cuerpo hoy tendría que haber lanzado una ley o una iniciativa, algo corpóreo, gacetable, que decia Joaquín Costa. Pero no ha pasado nada.


Hasta la entrega de los oscars no se esperan más ficciones sublimes.