Y llegaron los fríos...

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La bajada brusca de temperaturas nos ha recordado que el tiempo avanza y es hora de afrontar los meses más heladores. Con las especies adecuadas, no deberíamos preocuparnos:las plantas ya están acostumbradas


Veíamos pasar las grullas y nos hacíamos los desentendidos, sin atender al refrán que dice:"Cuando la grulla veas pasar, de tu amo no te has de separar". En tiempos antiguos, el vuelo de ese ave indicaba que ya no era momento de cambiar de residencia ni empleo, que el invierno es largo y duro y conviene tener el hogar y el sustento asegurado. Las plantas también nos advertían de que el tiempo inusualmente cálido llegaba a su fin:las hojas están amarillas en acacias, olmos y tamarices;las olivas ya cuelgan negras y las últimas manzanas han caído al suelo. Es hora de prepararse para el invierno.


Primero, hay que cuidar de que las heladas no arrasen con las plantas. En realidad, si hemos elegido las especies correctas no deberían preocuparnos mucho los fríos. A no ser que llegue una ola siberiana excepcional con temperaturas por debajo de los 8 o 10 bajo cero, las plantas sobrevivirán. Ahora bien, si hemos desoído todos los consejos y apostado por especies tropicales, lo tendremos difícil ahora para impedir que pasen a mejor vida. En cualquier caso, siempre se puede recurrir a cubrir con un plástico parterres y arbusto, con especial cuidado de que el material no toque las hojas de la planta o de lo contrario se quemarán porque no podrán trasprirar. También es una opción transplantar plantas delicadas a un espacio abrigado y fresco, pero resulta muy engorroso y arriesgado:lo más probable es que acaben muriendo.


Dejar las plantas tranquilas


Los vegetales se rigen más por la falta de luz que la caída de las temperaturas, aunque este último factor también contribuye a liberar las sustancias químicas que harán que la planta entre en letargo. Las especies caducas 'duermen' durante el invierno y reducen su actividad al mínimo. Por ello, y al igual que haríamos con el oso que se esconde para hibernar, hay que dejarlas tranquilas. Ni podar, ni agitar el ejemplar para que se caigan las hojas, ni abonar... tan solo hacer algún riego esporádico si las plantas están en tierra, y aportar agua cada siete o diez días en los ejemplares que estén en maceta. Ya llegará el momento de hacer podas, injertos y esquejes cuando llegue el mes de enero.


Resiembra de césped


Pero que no piense el jardinero que va a quedarse de brazos cruzados, hay otras tareas que hacer si se dispone de un terreno. Los que tengan una pradera de césped pueden aprovechar ahora para resembrar y reparar las zonas que han quedado dañadas tras el trote del verano. Si no se ha hecho, conviene escarificar primero (con un rodillo escarificador retirar la materia muerta), abonar a continuación y proceder a la siembra.


También es hora de ir sembrando los bulbos, una tarea agradable y que llena de esperanzas para la próxima primavera: quien tiene varios bulbos esperando brotar en el jardín sabe que, por muy oscuro que sea este invierno, hay lugar para la esperanza.

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