Atades me he hecho el favor inmenso de incluirme con mi mujer entre las personas que apoyan su campaña de pulseras solidarias. Pensé que estaba echando una mano y el beneficiado soy yo. Esta pulsera, que no me he quitado ni un segundo, lleva un cascabel que me avisa cuando estoy a punto de sucumbir. Estamos en la semana del shock. Me digo que no pasa nada, que todo irá bien, etc. Pero el mazazo persiste.

Cuando pierdo los nervios suena el cascabel y me acuerdo de las personas a las que ayuda Atades. Y ese tintineo me rescata del abismo, del ensimismamiento y de la parálisis.

La pulsera de Atades, un cuerdeta con un cascabel, es una bendición. Mil gracias.