Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

¡Esto sí es una canción pop! James Levy & Allison Pierce

Los artistas de los sesenta, especialmente los solistas, lo tuvieron crudo con las discográficas –royalties miserables, si es que cobraban algo, grabaciones impuestas, actuaciones obligadas…-, pero a cambio contaron con medios para grabar como hoy es casi impensable. Disfrutaron de magníficos músicos de sesión, de orquestas fastuosas, de estudios de grabación de primera, de arreglistas, de productores… Y así salió aquel arsenal de fabulosas canciones pop que nos dejó la década.


Para qué enumerar, pero desde los privilegiadísimos Beatles a Tom Jones, Alain Barriere, David McWilliams, Barry Ryan, Dusty Springfield, Sandie Shaw, Dionne Warwick, Jimmy Fontana, Marie Laforet, Petula Clarke, Sam Cooke, Sylvie Vartan, Walker Brothers, Righteous Brothers… es que fue un sinparar de canciones y canciones que se clavaban en el cerebro sin que te olvidaran ya para toda la vida.


Jugaban con premisas elementales, con reglas de oro que, si se cumplían a rajatabla, producían gemas incontestables: melodía directa como un tiro, una voz en toda regla, arreglos pulidos y medidos, riffs diáfanos (eso que los sajones llaman el 'gimmick' de la canción) y, las más de las veces, ampulosas orquestaciones que acharolaban las canciones hasta deslumbrar al oído más duro. Cualquiera de los mentados anteriormente tenía una, dos, tres… canciones modeladas con este patrón.


El viento de las modas, los presupuestos de las discográficas… se fue llevando poco a poco este molde. Háblale a un punk o a un aguerrido rockero, por decir algo, de estas satinadas canciones…, puedes recibir un escupitajo, como lo van a recibir estas mismas líneas por tanto incienso como destilan. No importa. Uno le pone pocas puertas al campo, y aquello que se templa en el yunque del buen gusto cuenta, y contará, siempre con su beneplácito, venga del género que venga.


Todo este preámbulo, simplemente, para anunciar que estos días me he encontrado con uno de esos discos que parecen hechos con el viejo patrón mentado anteriormente. Y en concreto con una canción de ese disco, esto es, con 'Cry Myself To Sleep', incluida en el álbum 'Pray To Be Free' de la pareja James Levy y Allison Pierce. Se clava, la canción, como un dardo en el corcho nada más iniciarse con un riff de violines celestiales y después ya te anima a caminar jubilosamente de la mano de Allison primero y Levy después, que se van alternando hasta empastar ambos la melodía, mientras brotan unos uhhs y los violines suena con alegría primaveral vivaldiana. Touché. Hacía años que no me topaba con una canción pop de este calibre, vecina del 'I Only Want To Be With You', de la insigne Dusty Springfield. Morrissey se elevó a los cielos con 'Everyday Is Like Sunday', Pulp rescataron el estilo en su fabuloso 'This Is Hardcore' (1998), The Verve lo clavaron con su 'Bittersweet Symphony', Belle & Sebastian han jugado en ese terreno airosamente…, pero casos esporádicos.


Y, de repente, este rayo de luz. James Levy es el líder del semidesconocido grupo neoyorkino Levy y Allison Pierce es una de las dos hermanas que forman las guapísimas The Pierces, con una discografía burbujeante en Sony y Universal. Ambos se han unido en este proyecto bajo el nombre genérico de James Levy & The Blood Red Rose, asegura Levy, para revivir los dúos mixtos del tipo Gainsbourg/Birkin, Hazelwood/Nancy Sinatra, y por ende los más actuales de Mark Lanegan y Isobel Campbell, Damon & Naomi, Dean & Britta, She & Him, M. Ward y Zooey Deschanel… Y han dado en el clavo, porque junto a la rutilancia melódica de 'Cry Myself To Sleep' hay otras once canciones deliciosas entre el country y el pop orquestado. Si tu cerebro admite la púrpura del buen gusto y las canciones lustrosas, por muy almibaradas que sean, no lo dudes.


Como no está en YouTube en su forma original, enlazo 'Cry Myself To Sleep' a Spotify vía mi facebook. Sube el volumen.

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