Respeto. El investigador Ian Baldwin, del Instituto Max Planck de Química Ecológica de Alemania, ha pasado media vida 'escuchando' a los vegetales, comprendiendo cuándo necesitan nuestra ayuda y cuándo es mejor dejarlos desarrollarse por sí mismos. Así, ha conseguido demostrar que las plantas se comunican por elementos químicos con más de cien 'vocablos' compuestos por sustancias vegetales. La 'agricultura sensitiva' es una técnica hortícola reciente que apuesta por comprender la dinámica de la naturaleza y adaptarse a ella. Este tipo de agricultura se basa en tres principios: por un lado la trofobiosis, teoría que manifiesta que una planta que tenga un equilibrio nutricional será capaz de defenderse por sí misma de plagas y enfermedades; por otro la alelopatía, que señala cómo las comunidades de vegetales se ayudan entre sí para defenderse de un depredador. Finalmente, el llamado 'modelo de sol y malezas' que imita la selva tropical y consiste en dar sol a las plantas que lo requieren, crear una cubierta en el suelo para evitar evaporación y 'alimentar' a los insectos con otras plantas (malezas).

OTRA JARDINERÍA ES POSIBLE

>> Ciudades adaptadas. En Aragón, hay que apostar por la grama en lugar del césped y árboles de sombra, en vez de pequeños ejemplares como ciruelo rojo o árbol del amor, y potenciar los arbustos autóctonos (espino albar) y la flor silvestre (malvas, margaritas, linos).

>> Viveros concienciados. Resulta triste comprobar a principios de verano cómo llegan a los viveros miles y miles de hortensias, la mayoría de las cuales no prosperarán en nuestra tierra. Lo mismo sucede con orquídeas y bonsais. Sería bueno impulsar la venta de especies autóctonas, bien adaptadas.

>> Vigila la huella de carbono. La jardinería contamina. La mayoría de las flores que se venden en Aragón proceden de Ecuador; muchas plantas viajan kilómetros antes de llegar al vivero y la compra excesiva de turba está esquilmando las reservas de este suelo. Antes de comprar, reflexiona.