Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

La asombrosa y rara mutación genética de Fleetwood Mac

Inmerso, como conscientemente o inconscientemente sigo en el pasado, durante estos días pilaristas, hoy he sacado de las estanterías de mi discoteca uno de mis cofres más preciados: la caja que, en 1999, editó Columbia con la discografía primeriza de Fleetwood Mac. No, no voy a contar su biografía con pelos y señales, porque ni yo acabaría nunca, ni vosotros me perdonaríais el ladrillazo. Más que nada voy a incidir en algo bien conocido por cualquiera que siga mínimamente la historia del blues blanco, aunque me temo que bastante desconocido por la generalidad de consumidores más jóvenes, incluso por los que mastican el chiclé de discos como 'Tusk' o 'Tango In The Night'. O sea, en la asombrosa y extrañísima, aunque no por ello menos exitosa y a la vez repudiable, mutación genética de este combo inglés. Desharé el nudo enseguida, por si alguien se ha enredado: los Mac sofisticados, multiplatino y mainstream de los 70-90 tuvieron un pasado bluesero y rocanrolero absolutamente distinto al de los 60. El día y la noche. El calor y el frío. Nada que ver unos con otros, aunque todos llevasen el mismo apellido.


¿Y cómo y por qué se produjo esta extraña e inédita mutación en el mundo del rock?  El grupo, al igual que Colosseum, surgió también de la extensa y fructífera escuela mayalliana. John McVie entró a tocar el bajo con los Bluesbreakers en 1963, Peter Green lo hizo en el 66, sustituyendo ni más ni menos que a Eric Clapton, y el batería Mick Fleetwood lo hizo en el 67. Los tres se marcharon del nido en el 67 y, junto al también guitarrista Jeremy Spencer, formaron un combo con la idea de tocar blues clásico americano pero tamizado por el rock británico y la emergente escena bluesera. Los discos de la época en que perduró en el grupo Peter Green fueron, y son, verdaderas joyas. Contratados por el histórico productor Mike Vernon para su sello sello Blue Horizon, el primero, de título homónimo y publicado en 1968, mostraba su provechoso aprendizaje realizado a la sombra de los grandes maestros negros -Elmore James, ante todo, una obsesión de Spencer-, pero a la vez abría  las espitas de su propio genio a través de memorables piezas nacidas del volcánico talento del dúo de guitarristas, cuando no de su caliente reinterpretación de Elmore James. 'My Heart Beat Like A Hammer' o 'Shake Your Money Maker' anonadan, intimidan, te aceleran los biorritmos, vaya te alegran el día y, más aún, le ponen la chispa adecuada a una birra en un garito nocturno con clase. Por si fuera poco, el segundo album, 'Mr. Wonderful' (1968), aún cargaba más las tintas sobre el legado de Elmore James, incluyendo versiones demoledoras de 'Dust My Broom' y 'Coming Home', además de diamantes propios a mansalva.


Con los dos elepés en el saco, y habiendo logrado una audiencia más que meritoria en las Islas (entraron en Top Ten de álbumes), decidieron ir a las fuentes, y en enero de 1969, con la inclusión de otro guitarrista, Dany Kirwan, se marcharon a Chicago donde durante varios días se metieron en los legendarios estudios Chess Records para grabar junto a también legendarias figuras del blues negro: Willie Dixon, Otis Span, Walter Horton…  El resultado fue un suculento doble LP que vio la luz a finales de aquel año 1969 y que dejó noqueada a la audiencia del blues blanco. Un acto de rapiña se dirá ahora de los blancos a los negros, pero qué más da cuando el botín era, es, tan fructífero y emocionante. Estos tres discos son el catón de los Mac genuinos y blueseros.


Antes de la edición de este álbum, y debido al fichaje por el sello Immediate, se editó 'Englise Rose' (1969), un disco, podría decirse, de circunstancias. El quinteto se quedó en Estados Unidos tras la grabación en Chess Records, haciendo una exitosa gira que obligó a editar a toda prisa un álbum, toda vez que los masters de 'Mr. Wonderful', al parecer, no llegaron a tiempo para su correspondiente edición en USA y lo único que podían paladear los americanos eran las esencias del primer álbum. Pese al apaño de 'English Rose', con piezas nuevas y medio 'Mr. Wonderful' recuperado, allí estaba el primer éxito masivo del grupo, la preciosa e instrumental 'Albatross', que firmaba Peter Green y que no tenía nada que ver con el primigenio blues que el grupo empezó a componer. Para mayor abundancia, allí estaba también 'Black Magic Woman', que pasó completamente desapercibida hasta que Santana la recuperó y fabricó el gran hit mundial que todo el mundo conoce (ah, ¿qué no sabías que esta pieza era de Fleetwood Mac, vamos, de Peter Green?).


Poco a poco, el quinteto empieza a perder gasolina bluesera. Entrega un delicioso disco como 'Then Play On' (1969), en el que experimenta más allá del blues, y a partir de ahí comienza la pendiente hasta que, tras la salida de Peter Green y Jeremy Spencer, ambos afectados de enfermedad mental por culpa de las drogas y una mala digestión del hecho religioso, después de un barullo de entradas y salidas de músicos, que no ha lugar detenerme en ellos, porque sería muy largo y laborioso, se llega a la asombrosa mutación. Esto y que los nuevos componentes, guiados por los dos únicos superviviente de la formación original, Mike Fleetwood y John McVie, querían olvidarse del blues e, instalados en California, dedicarse a hacer pop edulcorado, algo más rentable comercialmente.


Vaya si consiguieron su propósito: 'Rumours', en 1977, vendió más de treinta millones de copias y el sofisticado 'Tusk', el primer disco de la historia grabado digitalmente, no le anduvo a la zaga. Lo que vino después, entre peleas, drogas, discos en solitario, matrimonios y divorcios de Buckingham, Nicks, McVie… fue el producto de la mutación: los Mac más satinados,  blandos y espurios. Y, claro, millonarios. Para los puristas del blues, una puñalada trapera, un escupitajo en plena cara.


En 1984, en tiempos en que la música del Pilar era algo más selecta o, si se quiere, más amplia de gustos, Peter Green estuvo tocando en el Pabellón Municipal. El guitarrista, tras su marcha de los Mac, remató una colección de álbumes más que aceptables, aunque el delirio mental se le notó en el escenario y no cuento en el camerino: el intento de entrevista acabó en desastre por las palabras inconexas del bueno de Green. No hubo manera de pasar al papel el fallido encuentro con el guitarrista, completamente ido, lunático. Mala suerte la de este grupo, porque Jeremy Spencer acabó peor: Durante la gira americana de principios de 1971, desapareció repentinamente y no se le encontró hasta mucho tiempo más tarde, enrolado en la secta religiosa Children Of God. Parecían estar más cerca del diablo.


No obstante, ambos dieron lo mejor de sí que el legado de Fleetwood Mac puede lucir hoy en día. Los álbumes ya mentados, desde el primero, pasando por 'Mr. Wonderful', 'In Chicago', 'Englise Rose' y 'Then Play On', hasta el recopilatorio de inéditos 'The Original Fleetwood Mac' y el también recopilatorio y 'escandaloso' 'Pious Bird Of Good Omen' –una monja embarazada en la portada- son discos inapelables, verdaderas joyas del blues y del rock que recomiendo vivamente. Por sus tesoros y por su imaginativa destreza para reescribir al gran Elmore James.


Aquí dejo una perla de Elmore James, que no es exactamente 'Dust My Broom', como se la anuncia, sino 'Please Find My Baby', aunque sean prácticamente idénticas. Y de camino, una excelente ocasión para ver un retrato de lo que se bailaba en las discotecas progres de medio mundo, España incluida (aquí, en Zaragoza, Beethoven y Samantha's).


http://www.youtube.com/watch?v=XSutFqtkHTs

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