Sorpresa. Cuando se piensa en vegetales de enorme tamaño, casi todos recordamos las secuoyas. Sin embargo, estos gigantes norteamericanos tienen un rival: el eucalipto. De hecho, el árbol más alto del que se tiene constancia crecía en 1872 en la localidad australiana de Watts River y medía 132,6 metros, aunque las leyendas del lugar aseguraban que había llegado a alcanzar los 152 metros.

Los eucaliptos australianos son una especie fascinante, porque tienen una peculiar forma de desarrollarse. Los adultos suelen ser bastante longevos y superan los 300 años de edad. ¿Qué puede hacer entonces una semilla para crecer en medio de semejantes pilares de catedral que la rodean? La mayoría mueren antes de crecer lo suficiente para lograr algo de luz solar. Todo cambia, sin embargo, cuando tiene lugar un incendio. Los ejemplares antiguos mueren pero las semillas prosperan a una velocidad de vértigo, hasta el punto de que alcanzan los dos metros en tan solo un año.

No es buena idea plantar un eucalipto en un jardín, porque necesita demasiada agua y evita que prosperen otras plantas a su alrededor. En maceta, sin embargo, puede resultar muy hermoso y es una de las especies más indicadas para los áticos aragoneses: aguanta frío, calor y soporta el viento más fuerte.