Blog - Tinta de Hemeroteca

por Mariano García

Un bulto misterioso.... que no lo era tanto

Sin título-1 copia
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Desde hace ya bastante tiempo se nos acusa a los medios de comunicación, así, en general, de ser 'amarillistas' y de buscar audiencia al precio que sea. Pero el fenómeno, que no se puede generalizar,  no es nada nuevo. El caso que les propongo hoy quizá sea un poco soso, pero créanme si les digo que durante unas horas tuvo en vilo a toda Zaragoza. Ocurrió en julio de 1911. Apareció un hatillo de ropas en una acequia, y toda la ciudad empezó a formular hipótesis, la mayor parte de ellas sin fundamento: que si era un crimen, que si un suicidio, que si un caso de despecho por amor... HERALDO publicó esta noticia:

Próximamente a las tres de la tarde, Mariano Alfranca Mené, guardia particular del paseo de los Plátanos, encontró, al hacer la limpieza de la tajadera de la acequia llamada Canal de González, junto a los hierros de la misma, un bulto de ropas atado con una cuerda delgada. El guardia particular recogió el bulto e hizo entrega del mismo al guardia municipal que prestaba servicio en la exhuerta de Santa Engracia, quien a su vez lo condujo a las oficinas de la guardia municipal.

El bulto contenía una falda negra, una enagua, una camisa, un corsé, un cubrecorsé, un par de medias negras, unos guantes de seda negros también y un bolso de mano del mismo color. Ninguna de las prendas tenía inicial de ninguna clase.

Las ropas, por la calidad de las mismas, parecen pertenecer a una señora o señorita, denotando por el tamaño de la falda y ropa blanca ser su dueña persona de baja estatura y más bien gruesa que delgada. En uno de los departamentos del bolso se encontraron algunas postales y sobres de cartas consignadas a nombre de una distinguida señora de Tarazona que hace poco residió en esta ciudad, apareciendo en la postal, en el sello de la Administración de Correos de Zaragoza, la fecha del 14 del mes actual.

Otro de los sobres va consignado a nombre de un reputado doctor zaragozano. El agua ha borrado algo las postales, que estaban rotas en dos pedazos, pero debido a estar dentro del bolso se conservan sin embargo en estado legible.

Poco después de las seis de la tarde, hora en que se corta el agua de la acequia, practicó minucioso reconocimiento en la misma el subjefe de vigilancia Sr. Laviñata y guardias a sus órdenes Abós, Guillén, Val y Led, presenciando la operación algunos operarios de los talleres del señor González. El reconocimiento no dio ningún resultado.

Se ignora, pues, si se trata de un suicidio, o si la dueña de las ropas arrojó estas a la acequia porque le vino así en gana. Según manifestaciones del guardia encargado de la limpieza de la acequia, las ropas pudieron ser arrojadas al Canal y ser arrastradas a la acequia al abrirse la compuerta de la Almenara del Pilar.

Si realmente se trata de un suicidio pudo también la suicida lanzar el bulto a la acequia y arrojarse ella al río Huerva, que pisa lamiendo la orilla de aquella. De todos modos, sea lo que fuere, lo cierto es que el lío de ropas es un misterio al presente, que ha intrigado bastante por desconocerse en absoluto a quien pertenecen.

Del hecho se dio cuenta al juzgado de instrucción, quien ordenó la práctica de diligencias para el esclarecimiento del suceso. Lo que no admite duda es que las prendas son de persona de relativa posición social, y por los documentos encontrados, hallarse relacionada con distinguidísimas familias de Tarazona.

No creemos en la existencia de un suicidio. Por el contrario creemos también que la dueña de las ropas u otra persona, por encargo de aquella, arrojó el envoltorio a la acequia, ignoramos con que fin.


Como ven, el periodista del HERALDO (entonces casi ninguna noticia llevaba firma) tenía ante sí la oportunidad de dar rienda suelta a la imaginación y, en lugar de ello, eligió ser cauto. Mucho más que sus lectores, entre los que, como ya digo, circulaban todo tipo de rumores, a cual más fantástico. Sin embargo, al día siguiente...:

Ya nos figurábamos, contra lo que algunos suponían, que no había suicidio ni crimen ni nada que pudiera significar la existencia de un delito en eso del hallazgo de un bulto de ropas en la acequia del paseo de los Plátanos. El famoso lío sí que armó lío, y no pequeño, entre los encargados de practicar diligencias encaminadas al esclarecimiento del misterio.

Como resultado de dichas investigaciones, se vino ayer en conocimiento que las ropas encontradas pertenecían a una distinguida señora de Tarazona, la cual marchó ayer mismo de Zaragoza para pasar la temporada veraniega en su pueblo natal. Ahora bien, ¿con qué objeto se arrojaron a la acequia dichas prendas? ¿Fue la dueña de las prendas? ¿Fueron éstas sustraídas y luego lanzadas al agua por el supuesto sustractor? Hay que suponer lo primero, aunque no comprendemos el porqué de arrojar al agua la falda, guantes y bolso de mano con postales y dos llavecitas. Pase que la dueña de las prendas quisiera desofenderse de la camisa, medias, corsé y cubrecorsé y bolso. Lo importante es que ha quedado plenamente descifrado el enigma y desaparecido que envolvía el suceso; cesando, por consiguiente, en sus trabajos de investigación el Juzgado, los periodistas y los guardias. Si es broma... puede pasar. Pero solo por una vez.


Y es que... periodista precavido vale por dos. Aunque no estoy yo muy de acuerdo con lo de que "ha quedado plenamente descifrado el enigma". ¿Por qué arrojaría todo aquello al agua? Que cada cual piense lo que quiera. Y el próximo lunes... ¡ay, el lunes! Otro misterio...


Y el lunes...

El misterio del hombre-mujer

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