El sueño de una mañana de verano



A todas horas. El mejor diseño para el jardín es aquel que permite disfrutarlo a todas horas del día. De poco sirve hacer crecer especies fabulosas si no podemos contemplarlas desde una hamaca. En verano, las primeras horas de la mañana son un regalo de la naturaleza: el termómetro baja de los 25 grados, la humedad se condensa en los pétalos de las flores y al salir el sol el mundo parece empezar de nuevo. Plantas como la buganvilla o el girasol se muestran en su mayor esplendor y el follaje se torna más verde. Para disfrutar de este paisaje hay que apostar por plantas de colores intensos: plumbago, hibiscus, lantana, petunia, geráneo, campsis... e incluso sembrar alguna especie hortícola como el calabacín, cuyas enormes flores se abren solo en las primeras horas de la mañana. Un buen amigo nuestro tiene una butaca que él ha bautizado como 'el paraíso' y que solo utiliza para desayunar a las 8 de la mañana. A sus pies, hierbabuena, sándalo y salvia; a su lado, un enorme arbusto de budelia con flores perfumadas. Y el sol pasa tamizado entre los chopos. Nuestro amigo es un jardinero inteligente.


EL SECRETO: RINCONES LLENOS DE COLOR


>> Combinando. La araucaria –la conífera en el centro de la foto– sirve de soporte para el plumbago y el hibiscus. Las terrazas orientadas al este disfrutan del amanecer y se les puede sacar el máximo partido combinando flores y grandes plantas:pinos y vincas, olmos y gazanias, granados y felicias...


>> Un capricho. Jardineros y girasoles nunca se han llevado bien. Esta planta es una 'vampira' de nutrientes y con sus larguísimas raíces deja la tierra casi consumida. Pero tampoco hay que dramatizar: el jardinero puede darse un capricho y plantar un par de girasoles solo por el placer de darles los buenos días.


>> Protagonistas. Toda fiesta tiene su diva y en las mañanas de verano no podían faltar las plantas que llaman la atención a los espectadores. Por estas fechas suele ser la buganvilla, de rojos, fucsias y naranjas brillantes. También la capsis, de flores acampanadas. En septiembre, es el turno de la bignonia.

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