Blog - Tinta de Hemeroteca

por Mariano García

El fogonero que mató a un maquinista

sangriento-copia
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Pues no. Las malas relaciones entre compañeros de trabajo no son algo nuevo, ni las agresiones, ni el mobbing.  En la hemeroteca de HERALDO hay cientos de ejemplos. Hoy saco a relucir éste, de septiembre de 1910:

En las primeras horas de la mañana, cuando empleados y operarios de la estación del Norte estaban ocupados en sus tareas habituales, ocurrió hoy un suceso sangriento,en el depósito de máquinas, que ha causado sensación penosa en la estación. Fueron protagonistas del mismo el maquinista Emilio Lanuza y Gosso, francés, de 37 años de edad, casado, domiciliado en la calle de Santiago, núm. 22; y el fogonero Alejo Sierra Pascual, de 40 años de edad, casado también, habitante en la calle de la Estación, núm. 6. Hace tiempo que entre maquinista y fogonero no reinaba buena armonía, surgiendo entre ellos frecuentes disputas por rivalidades del oficio, según se dice.

En varias de éstas cuestiones habíanse visto obligados a intervenir sus compañeros, separando a los rivales cuando más arreciaban en sus insultos y recriminaciones.

-Esto acabará un día de mala manera -parece que solía decir el fogonero al terminar sus diarias disputas con el maquinista.

-No hagas caso, ten calma, mira que tienes familia -le decían sus deudos.

-Sí, paciencia -replicaba Alejo Sierra-. Ese hombre no se contenta con insultarme; ese hombre acostumbra a faltar hasta a los seres más queridos para todos.

Esta mañana se encontraban los dos en el depósito de máquinas. Trabajaban separadamente y rehuyendo la conversación para evitar una nueva polémica. Pero de pronto el maquinista mandó al fogonero una cosa, e ignórase si Sierra la cumplió al momento o puso algún reparo. El caso es que entre Emilio y Alejo surgió una reyerta, y que a los gritos acudió uno de los jefes de la estación, amonestando severamente a los reñidores y excitándoles a que continuaran trabajando en buena armonía, ya que el motivo de la disputa carecía de importancia.

Callaron el maquinista y el fogonero. Atendidas las órdenes del jefe, los dos empleados prosiguieron sus tareas como si nada hubiera ocurrido; pero poco después surgió nueva reyerta entre ambos que acabó de un modo trágico.

Se ignora lo que pasó. Según las declaraciones de Alejo Sierra, el maquinista Emilio Lanuza, sin duda en un momento de arrebato, intentó agredirle, al propio tiempo que dirigía una grave ofensa para su madre. Entonces el fogonero sacó una navaja del bolsillo y, antes de que nadie pudiera evitarlo, hundió el arma en el pecho de su adversario, que cayó mortalmente herido con el corazón atravesado.

Segundos después el desgraciado maquinista dejaba de existir.

En la estación se produjo el natural revuelo, comentándose tristemente el suceso. El agresor fue detenido en el acto por una pareja de la guardia civil, siendo conducido a la cárcel a disposición del juzgado de instrucción del Pilar. El juez, señor Rodríguez, que se personó en la estación poco después de ocurrido el hecho, ordenó el traslado del cadáver al depósito judicial.

La víctima deja esposa, que desde hace algún tiempo está muy enferma, y cinco hijos de corta edad. No hace muchos días el maquinista perdió un hijo, que falleció víctima de un accidente desgraciado.


En fin, lamentable.


Y mañana...

El violinista que tocaba una lata de atún

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