Blog - Tinta de Hemeroteca

por Mariano García

El hombre que fue devorado por sus propios perros

torre
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Este blog le debe mucho a los lectores, y aunque últimamente no les he prestado la atención que debía -prometo empezar a publicar pronto reportajes actuales sobre temas ya aparecidos-, hoy quiero detenerme en un caso especial. Hace ahora seis meses, un lector asiduo, Alberto, me sugería un tema muy interesante. Me pedía que buscara "una noticia que seguro que tuvo un tratamiento modesto, a mediados de los 70 (ojalá supiera el año exacto), de un vagabundo que se encontró muerto dentro de una torre cercana al Huerva, en el barrio de Las Fuentes". El cadáver había aparecido comido por sus propios perros, encerrados durante días junto a su amo. Bueno, lo interesante no son estas trágicas circunstancias, obviamente, sino lo que contaba después. Este hombre había despertado el interés de todos los niños del barrio. "Ese fue el final de un personaje conocido en media España como Barbachet (o Barbachel, Barbaché,...) 'El hombre foca' y que seguro que muchos críos de la época como yo recordamos en más de un descampado, trazando un círculo en el suelo y haciendo malabares y números como sujetar con la barbilla una silla con un niño subido en ella". Espero que Alberto me disculpe por haber reproducido aquí sus palabras, pero esta historia es suya, y así debe constar. Yo, humildemente, poco he podido conseguir. Pero lean la noticia que publicaba Mariano Banzo el viernes, 28 de mayo de 1976:

Ayer, de madrugada, apareció en una torre del barrio de las Fuentes, muy cerca del río Huerva, el cadáver de un hombre de unos 52 años de edad, que resultó ser Antonio Tello Aranda. Vivía desde hacía unos tres años en una modesta torre ubicada en Montemolín, 77 duplicado. En el barrio tenía fama de desequilibrado. Le veían pasar a menudo por las calles con un pequeño carro recogiendo papel y cartón para venderlo después. Siempre iba seguido por sus perros, a los que tenía gran afecto. Era frecuente advertir que iba hablando solo.

La muerte se produjo hace varios días, a juzgar por el estado de descomposición del cadáver y, al parecer, se debió a causas naturales.

El cuerpo apareció en la cama, tapado con mantas y rodeado por una perra y dos cachorros. Parece ser que, al pasar varios días después de haberse producido el fallecimiento, los perros, que quedaron encerrados en la vivienda con la víctima, al carecer de alimentos comieron parte de la cara del cadáver. Intervino la Policía que, una vez que conoció el hecho, dio muerte a tiros a los animales, que estaban furiosos.

El cadáver fue descubierto por el fuerte olor que se sentía en los alrededores de esta vieja casa de campo, que está rodeada por plantaciones de patatas. Llegamos al lugar del suceso acompañados por don Luis Gay, propietario de una librería del barrio. Muy cerca de la casa en la que fue hallado el cadáver conversamos con el vigilante de la cercana fundición de don Anselmo Tascón, don Miguel Pérez Bayo, que fue, precisamente, la persona que acompañó a la Policía en la operación de rescate del cuerpo. Empuñando una linterna, pues el descubrimiento se hizo siendo noche cerrada, se dirigió a la casa, de la que se desprendía un fuerte hedor. Nuestro entrevistado nos dice que los agentes de la autoridad tuvieron que emplear caretas antigases y, a pesar de ello, uno de los inspectores resultó mareado.

-¿Qué hubo que hacer primeramente?

-Romper con un palo uno de los paneles de la puerta para poder abrir.

Nuestro entrevistado nos dice que apareció el cuerpo de la víctima desnudo en la cama y, a primera vista, parece como si estuviera durmiendo plácidamente. Pero, una vez que se acercaron, advirtieron que la perra y los dos cachorros de tres meses que quedaron encerrados con él le habían comido casi toda la cara, a excepción de los ojos. Estaban furiosos, por lo que la Policía los tuvo que matar a tiros, por el peligro que representaban para la salud pública después de haber comido carne humana. Según nos dice, uno de los perros pudo huir malherido, escondiéndose entre los patatales y, aunque le buscaron, no pudieron conseguirlo.

-¿Por qué cree usted que le atacaron sus perros?

-Por el natural deseo de sobrevivir al faltarles el alimento. El los quería mucho y no permitía que nadie se metiera con sus animales. Recuerdo que, en una ocasión, me quejé de que su perra había dado muerte a un gatito que tenía yo, y él se enfadó conmigo por habérselo reprochado.

-¿Cuánto tiempo debía de llevar muerto?

-El sábado por la tarde lo vi yo por última vez. En ocasiones, me pedía permiso para coger agua en la fundición, pero no le gustaba hablar.

-¿De qué piensa usted que murió?

-Debió de sufrir algún ataque mientras dormía. Al entrar vimos que había echado bastante sangre por la boca.

-¿Vivía solo?

-Sí, desde hace unos tres años en que llegó aquí. No vi que nunca le visitara nadie.

-¿De qué vivía ahora?

-Del dinero que ganaba con la venta de cartón y papel que recogía por las calles. En tiempos fue un buen ferrallista. El dinero le servía también para alimentar a sus perros, que le seguían a todas partes. En la puerta de la casa veía cómo les cocía los alimentos y les daba hasta chocolate en algunas ocasiones.

Nuestro entrevistado nos dice que el cadáver, en el momento del levantamiento del mismo, fue envuelto en las propias mantas que le cubrían. Parece que la casa no ha sido desinfectada todavía, ya que ayer aún se podía percibir el fuerte olor. En tiempos, la víctima dormía a la intemperie y los dueños de la finca se compadecieron de él y le dejaron que durmiera en la casa e incluso le pagaban el recibo de la luz.


Ya lo ven. Es prácticamente imposible que a mediados de los 70 muriera otro hombre en una torre en el barrio de las Fuentes, y que también posteriormente fuera devorado por los perros. Pero en la información no se dice nada de la vertiente artística de la víctima, y créanme si les digo que Mariano Banzo era concienzudo escribiendo de sucesos.

Una búsqueda apresurada en Internet nos revela que 'El hombre foca' era famoso en toda España, en especial por sostener a un niño sentado en una silla que aguantaba con su prominente mentón. ¿Era Barbachel el hombre de la noticia? Parece que sí, porque los recuerdos de Alberto son nítidos. 

Los apellidos, Tello Aranda, hacen suponer además que podía ser aragonés. ¿Algún niño de Las Fuentes de hace 34 años puede aportarnos algún dato, recuerdo o información? ¿Podemos, entre todos, aclararlo? ¿Qué recuerdan de él?


Y mañana...

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