Blog - Tinta de Hemeroteca

por Mariano García

Doble crimen pasional en Castejón de las Armas

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Aunque la noticia se tituló "Los crímenes del amor", la verdad es que nunca se mata por amor. La violencia de género es, lamentablemente, algo tan antiguo como el mundo, y créanme si les digo que estos sucesos que hoy nos conmocionan eran muchísimo más frecuentes a principios del siglo pasado. Lo que no quita para que sean igual de abominables. Uno de ellos conmocionó a todo Aragón en febrero de 1903:

El pueblo de Castejón de las Armas, distante tres kilómetros de la villa de Ateca, ha sido teatro de un sangriento suceso. Ayer tarde, sobre las cinco, se desarrolló uno de esos dramas pasionales que ponen espanto en el alma, y cuyas tristes consecuencias dejan por largo tiempo impresión honda en el vecindario.

Juan, mozo de unos 24 años de edad, había sostenido relaciones amorosas con la joven Felisa. Estas relaciones no eran del agrado de la madre de la Felisa, y mucho menos desde que, viuda dicha madre, contrajo matrimonio con el también viudo Bernabé, que tenía un hijo mozo, llamado Rufino, con quien abrigó desde los primeros momentos el propósito de casarla, estrechando así más los lazos de unión contraídos por los padres. La sospecha de que Rufino y Felisa se casasen, siguiendo los consejos de los padres, sin que nadie pudiera oponerse, ya que el casamiento en segundas nupcias de éstos había logrado albergar a aquellos bajo el mismo techo, debió ser causa de que odiados celos se apoderasen de su ánimo, con los que venía luchando desde hacía tiempo.

Cuéntase que con tal motivo, el Juan venía haciendo recriminaciones a su novia y dirigiéndola amenazas; y que ayer mismo habló con ella en la ermita de la Virgen del Cerro, sitio en donde se reúnen los días de fiesta los jóvenes de Castejón, permaneciendo unas dos horas conversando agriamente y amenazándola por último al separarse.

Después estuvo bailando aquel en una casa y recorrió los diferentes cafés del pueblo, sin duda para convencerse, (por lo que después sucedió), de que allí podía matar a su rival Rufino, tras de haberse vengado fieramente de su novia.

La circunstancia de hacer una tarde desapacible fue causa de que en el puente de piedra que une los dos barrios de que se compone el pueblo de Castejón de las Armas, sitio elegido para esparcimiento por la gente moza, no hubiese persona alguna que pudiera impedir o aminorar el sangriento suceso que vamos a referir.

Sabedor el Juan de que por aquel punto tenía necesariamente que pasar su novia, se situó en el puente sobre el río Piedra, esperándola.

Efectivamente, al poco rato acertó a pasar por allí la Felisa, y nada más verla el Juan, sin proferir una palabra, se abalanzó a ella, cuchillo en mano, infiriéndola cinco heridas gravísimas hasta que cayó envuelta en sangre en medio del puente. Inmediatamente, ocultando el arma bajo la chaqueta, se dirigió al café del 'Queño' y, colocándose rápidamente sobre la espalda del Rufino, que estaba

tranquilamente jugando, le agarró la cabeza con la mano izquierda, desviándosela hacia atrás, y con la derecha le clavó en el corazón el arma, marchándose del salón sin que casi se dieran cuenta los tres compañeros de juego del Rufino, ni menos el padre de éste, que se hallaba viendo jugar en la mesa contigua.

Rufino murió instantáneamente, sentado como se hallaba, sin proferir palabra.

Seguidamente de cometer este crimen el Juan, arrojó en la calle el arma homicida y se dirigió a Ateca, presentándose en la casa del señor juez de primera intancia del partido, diciéndole que se presentaba a él porque acababa de matar a dos en Castejón. El ilustrado juez D. Felipe Rey mandó inmediatamente trasladarlo a la cárcel, personándose en Castejón con el actuario D. Juan Manuel Gil para la mejor depuración de los hechos.

En la tarde de hoy y por los señores médicos forenses D. Enrique Brieva y titular D. Francisco Calvo, será practicada la autopsia del cadáver de Rufino.

Felisa, a la hora de escribir estas cuartillas, se halla en estado agónico. Tan sangriento suceso ha causado dolorosa impresión en el pueblo, donde era muy preciado por sus buenas cualidades el Rufino.


No he encontrado ninguna referencia más a este crimen en fechas posteriores del periódico. Pero, curiosamente, sí una noticia indirectamente relacionada. Tres días después del suceso fue detenido en Madrid, donde vivía, el padre del asesino, al que se le buscaba tiempo atrás porque se había escapado del penal de Melilla donde cumplía condena de doce años. 


Y mañana...

La 'Madre Ejemplar 1968' y su hijo número 13

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