Un avellano para disfrutar de sus flores colgantes

Hermoso. Al igual que el sauce caprea del que hablamos la pasada semana, el avellano aprovecha el mes de febrero para dejar crecer sus amentos o flores masculinas, cargadas de polen, que sobrevolará los campos estos días. Las flores femeninas son diminutas, casi imperceptibles al ojo humano, pero gracias a la ayuda del viento reciben su carga de células masculinas y desarrollarán la deliciosas avellanas en invierno.


El avellano es un árbol del que sentirse orgulloso y quien tenga un jardín puede aprovechar para plantar este árbol y disfrtar de sus flores y, después, de su copa frondosa. El suelo aragonés es en general bueno para este árbol, aunque en terrenos cerca del Ebro, que sean demasiado arcillosos, conviene arreglar la tierra para soltarla un poco, añadiendo arena y materia orgánica.


Si el terreno es el apropiado, soportará los inviernos y veranos aragoneses. Eso sí, hay que vigilar mucho que no le falte el agua, ya que el avellano no soporta la sequía y necesita un aporte continuo de humedad. Si no hemos arreglado el suelo y es arcilloso, las raíces pueden pudrirse y el árbol se echará a perder. Para tener avellanas habrá que plantar dos árboles diferentes con el fin de obtener una buena polinización, ya que las flores masculinas y femeninas de un mismo árbol son incompatibles.

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