Es un arbusto tan popular en las ciudades aragonesas que es casi imposible dar un paseo y no verlo en rotondas, jardineras o parques. El pittosporum toriba o pitósporo soporta muy bien el viento y la falta de agua y en lugares de climatología favorable crece con gran rapidez. En ciudades como Zaragoza, sin embargo, su crecimiento es lento, ya que tiene que soportar heladas, mucho calor y un entorno hostil. En primavera, sus flores son muy aromáticas y a veces sorprenden al paseante, que no sabe bien de qué planta viene ese perfume. Los frutos del invierno son rojos y suponen un alimento importante para los pájaros durante los meses más fríos.