Blog - Tinta de Hemeroteca

por Mariano García

El aragonés que conocía todos los secretos de la lluvia

leopoldocastan
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Aragón es tierra de inventores. Uno de los más olvidados es Leopoldo Castán, del que, la verdad, no había oído hablar hasta que encontré esta entrevista publicada en noviembre de 1968:

-Soy el autor de un sistema de estimulación de lluvia distinto del que se funda en el empleo del ioduro de plata.

Don Leopoldo Castán Sáenz de Valluerca es el hombre que provoca la lluvia artificial. Lleva dieciocho años experimentando su sistema. Ya en 1952 realizó pruebas en nuestra ciudad -los medios informativos se ocuparon ampliamente del acontecimiento-, disparando cohetes que disolvían el granizo, convirtiéndolo en lluvia benefactora. Las afirmaciones de don Leopoldo pueden probarse suficientemente. Es un hombre de prestigio. Coronel del Ejército, aunque retirado, está licenciado en Ciencias Químicas y diplomado en Defensa Química.

-Me retiré para dedicarme a experimentar la lluvia artificial. Sé lo que representa para el país.

La defensa contra el granizo representa su máxima preocupación. Sus investigaciones y experiencias han rebasado todo lo previsible. Ha tenido paciencia para esperar años y años, hasta

que ha podido presentar resultados satisfactorios e insoslayables. Sólo entonces ha tomado la decisión de dirigirse a los organismos oficiales.

-El Ministerio de Agricultura -nos anuncia- me ha encargado los proyectos relativos a la lucha contra el granizo. Vengo de la comarca de Daroca. Como aragonés y zaragozano, desearía operar en esta zona.

-¿Qué necesita para ello?

-Que el Ministerio dé su aprobación. En principio, se ha propuesto señalar unas zonas de experimentación.

La Mutualidad Arrocera de Seguros, de Tortosa, organizó la defensa contra el pedrisco en 1950, siguiendo los dictados del señor Castán. En la última memoria de esta Mutualidad queda escrito: el riesgo de pedrisco se ha reducido en un setenta por ciento.

-Como aragonés, he realizado estudios en las zonas de Cariñena y Daroca. Tengo absoluta seguridad respecto a los resultados.

-¿Por qué está tan seguro?

-Porque la realidad me ha dado la razón. Y porque los científicos de Washington se mostraron de acuerdo con mis teorías catorce años después de hacerlas públicas. Aquí guardo las publicaciones, que lo prueban.

Don Leopoldo Castán Sáenz de Valluerca ha recibido proposiciones para llevar su sistema a las islas Hawai, a Connecticut y Argelia. Por el momento, prefiere España. Sabe que puede estar en sus manos

la salvaguarda de la economía agrícola.

-El seguro de cualquier riesgo es bueno, menos el relativo a la agricultura, porque llega una nube y lo arrasa todo. Hay que salvar la cosecha a todo trance.

Los meteorólogos han entablado polémicas con el hombre de la lluvia artificial. Pero el coronel Castán ha presentado argumentos y pruebas en refuerzo de sus teorías. Su condición de licenciado en Ciencias Químicas da mayor autoridad a sus opiniones.

-¿Qué le decidió a iniciar su defensa contra el granizo?

-Es un criterio muy generalizado entre los más destacados investigadores, que si se logra estimular la lluvia se dificulta la formación y desarrollo del granizo.

-Y usted se ha mantenido fiel a este criterio.

-Sí, pero valiéndome de un sistema distinto al fundado en el empleo del ioduro de plata. Hace tiempo que vengo estudiando un procedimiento de estimulación de la lluvia, basándome en la dispersión de substancias higroscópicas que reúnan características especiales para influir en los fenómenos físicoquímicos que intervienen en la precipitación de la lluvia.

-¿Base de partida?

-Parto de la base de que una nube es una dispersión de carácter coloidal. El crecimiento de la gota elemental de nube para alcanzar el tamaño de gota de lluvia depende simultáneamente de factores meteorológicos, del grado de ionización, composición y configuración del terreno, y de procesos termodinámicos en que las tensiones de vapor juegan un papel muy importante en los fenómenos de interfase. Nuestro punto de vista es precisamente el de intervenir para favorecer la coalescencia de las gotas y contrarrestar las tensiones capilares que se oponen al desarrollo de las gotas de pequeñas dimensiones.

Tiene datos y pruebas al alcance de la mano. Ahora se propone hablar a nuestros agricultores. Ya ha entrado en conversaciones con la Diputación Provincial y la Cámara Oficial Sindical Agraria.

-Las condiciones atmosféricas durante una tormenta, así como la situación de los cultivos que se trata de proteger de los efectos de un pedrisco -señala-, me indujo a utilizar cohetes para el transporte y difusión del producto activo hasta la base de las nubes tormentosas. Con un alcance del orden de mil a mil quinientos metros, es suficiente para que el producto quede esparcido en la zona de acción.

-¿Qué sucede entonces?

-El ácido clorosulfónico provoca la precipitación en la forma indicada anteriormente. Las gotas de nube alcanzan el tamaño de gotas de lluvia y caen en lugar de ser arrastradas hasta los niveles de congelación, donde entrarían a incrementar el tamaño de los granizos.

-¿Aplicación del sistema de defensa contra el granizo?

-Una racional distribución de los puestos de disparo, de manera que permita contar con una red de emisión que responda con eficacia a una prudente disciplina de tiro, indispensable para no consumir cohetes sin necesidad y lograr el mayor rendimiento de los que se disparen.


Pues vaya. Reconozco mi ignorancia casi absoluta en temas científicos, y no sé si lo que decía Leopoldo Castán en la entrevista tiene alguna base o no. En fin, que soy de  los que piensan que una nube es una nube, y no "una dispersión de carácter coloidal". Así que ahora voy a pedir la colaboración de los lectores:

¿Qué fue de Leopoldo Castán y de su método?

¿Tiene alguna base científica lo que cuenta?

Y luego, como el tema de la lluvia (y los aviones y los cohetes que la provocan) ha dado lugar a numerosos rumores, leyendas y mitos, me gustaría que todo el que haya escuchado alguno relativo a localidades de Aragón lo aportara aquí. Porque el tema sigue coleando y esté envuelto en el misterio.


Y mañana...

La triste y olvidada muerte de los montañeros Rabadá y Navarro

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